Definición y diferencias entre el Cuento y la Novela

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blankLa modernidad ha derivado hacia una experimentación con los géneros literarios que provoca un interesante disimulo de la frontera que divide sus principales exponentes. Sin embargo, entre los géneros narrativos de ficción existe una lógica diferenciación que se ha mantenido prácticamente inalterable desde su aparición.

El cuento es, como tendencia, una narración breve y sintética donde el espacio y el tiempo son mucho más reducidos que en la novela; tiene pocos personajes, su temática es generalmente monolítica y singular, la intensidad de su ritmo es alta, y los finales, por regla general, son imprevistos e impactantes.

Tiene la virtud de poder ser leído enteramente en un corto período de tiempo, de un tirón, sin que sea necesario hacer pausas. De ahí que podemos tener el efecto sobre el lector de la técnica literaria conocida como unidad de impresión.

Este término, acuñado por Edgar Allan Poe, ha sido su gran aporte al mundo de la ficción. La sensación que nos deja un cuento es, por la propia esencia humana, de gran excitación; y lo logra, entre otras razones, por un efecto único e impactante que nos provoca esa unidad de impresión.

Pero toda gran excitación es necesariamente efímera, dijo también Allan Poe, y muchas veces para lograr una emoción profunda y duradera es necesaria la insistencia de un motivo o efecto. Es necesaria «la gota de agua sobre la roca».  Y ese desgaste en la roca puede lograrse con la novela.

La novela es una narración con una extensión más amplia que el cuento. Podemos seguir varias tramas, diferentes conflictos que se interrelacionan, y podemos asistir al contrapunteo de mayor cantidad de personajes. Sus finales son, de alguna manera, más abiertos, con mayores posibilidades de razonamiento sobre la agudeza del cuento.

La novela se da el lujo de tener una intensidad más baja, pero gana sobre el cuento en reflexión. Y es lógico que así sea, la intensidad alta no es posible mantenerla durante un largo intervalo. La mente necesita relajación; tiempos transitivos que permitan la capacidad de razonamiento del lector.

El cuento necesita de una intensidad alta por su extensión; el lector debe estar atrapado desde las primeras páginas y recibir un golpe en el momento final.

Una novela con alta intensidad durante todas sus páginas puede llegar a agotar; un cuento de baja intensidad nos llega a aburrir. Con el final de una novela advertimos al lector con un consejo, con el cuento le damos una bofetada.

Fue Hemingway, con su extraordinaria afición al boxeo, quien acuñó la frase de que la novela gana al lector por puntos y el cuento lo hace por nocaut (Knockout).

Con un cuento no podemos seguir un personaje durante un tiempo prolongado, pues sólo son necesarios un momento —o pocos— que justifiquen el final de nuestra historia. Si lo hiciéramos podríamos pecar de generalizar en demasía perdiendo por ello la necesaria unidad de impresión del buen cuento.

La novela, sin que sea una ley inviolable, puede seguirlo durante un período más amplio, agotar las posibilidades de un cambio gradual en los personajes.

Fue el mismo Allan Poe en su ensayo sobre Hawthorne quien acuñó el argumento de que la novela es “la gota de agua sobre la roca”. Es una idea fascinante para definir la necesaria paciencia literaria que debe imperar en la novela.

Una gota de agua que horada una roca, como una novela con su reflexión del argumento, puede socavar nuestras más íntimas y seguras convicciones éticas y morales.

El cuento es, expresado por un excelente hacedor del género como Horacio Quiroga, una flecha disparada a un blanco que el más leve roce de las alas de una mariposa puede desviar de su objetivo.

Y en ambas es necesario ser consciente de las técnicas narrativas necesarias para lograr el efecto de la erosión del agua sobre la roca o la flecha directa hacia el blanco.

 

Más en: Cómo se escribe una novela. Técnicas de la ficción narrativa

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