Los personajes literarios. Su actuación personal

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blankEs conocido que un elemento fundamental de caracterización de los personajes literarios es según el ámbito de su actuación. Pero en su esencia particular, según su actuación personal, también es necesario hacer algunas distinciones obligatorias.

En el teatro, especialmente en la dramaturgia, se acostumbra a crear los personajes sobre la base de una regla que no debería desconocer un escritor.

Todas las personas aparentamos ser de una forma. En el trabajo, en una reunión social, incluso en un círculo cerrado de amistades también aparentamos. Nos cuesta desnudarnos tal y como somos; terminamos actuando.

Sin embargo en el fondo todas las personas son de otra manera, quizá no muy diferente a la que aparenta ante los demás, pero siempre con sustanciales diferencias que esconde cuanto está en presencia de semejantes. Hay gustos y deseos ocultos; una intimidad que no se quiere dar a la publicidad y que quizás no conocen nuestra pareja, padre o hermanos.

Así que el ser humano, como una personalidad individual, aparenta ser de una manera, los demás lo ven de otra forma, y en el fondo tiene un carácter diferente; aunque pudiese haber analogías entre estas tres formas.

La fórmula sería:

Cómo aparenta ser – Cómo lo ven los demás – Cómo es en realidad

Esta gradación puede sacar a un escritor de más de un problema en la caracterización de los personajes.

Se puede hacer un análisis cuidadoso del personaje de Yago en Otelo.

Aparenta ser: bueno y sumiso, capaz de entregar su vida por una causa justa y sincera. Es fiel, alguien confiable para depositar un secreto porque no habla de los demás y menos de las personas que aprecia. Incapaz de sentir maldad u odio; y si lo hace es sólo en su interior, porque nada hará contra esa persona que odia.

Los demás lo ven: como un individuo deslenguado y hablantín, pero que dice siempre la verdad aunque le cueste enemistades. Yago les parece inteligente y suspicaz, con facilidad para la ironía y, sobre todo, un excelente soldado.

Hay puntos de contacto entre como aparenta ser y como lo ven, pero en innegables detalles se pueden establecer diferencias entre una y otra forma.

Yago oculta secretos inconfesados, odia con fuerzas a Otelo y no se oculta para decírselo a Rodrigo, pero a la vez le oculta a Rodrigo las verdaderas causas de este odio.

Por momentos se presenta a Rodrigo como alguien que quiere ayudarlo en su objetivo de conquistar a Desdémona, pero basta con que esté solo para sepamos la verdad de sus intenciones. Lo mueve un secreto deseo de venganza ante la sospecha de que Otelo haya podido haber tenido sexo con Emilia, su mujer.

Es en realidad: envidioso, intrigante, calculador. Capaz de las más odiosas bajezas con tal de lograr sus propósitos. Él mismo lo confiesa: «Si alguna vez mis acciones dieran indicio de los ocultos pensamientos de mi alma, colgaría de la manga mi corazón para pasto de grajos.»

Cuando el lector se adentra en una novela no se conforma con el comportamiento habitual de los personajes. El comportamiento habitual es decepcionante y aburrido. Como escritor está obligado a contar la verdad sobre los personajes y la verdad está oculta detrás de esa máscara que nos ponemos a diario frente a los demás.

Todos tenemos defectos y virtudes, cometemos alguna bajeza o actos de los cuales nos arrepentimos u otros de los que sentirnos orgullosos.

Y es que el hombre es un ser social y convive, por tanto, entre los demás hombres, que tienen una opinión sobre él. Esto es inevitable; los demás creen de nosotros cosas, verdaderas o falsas, que ni imaginamos. Esto no debe desconocerlo un escritor para caracterizar a sus personajes.

 

Más enCómo se escribe una novela. Técnicas de la ficción narrativa

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