El conflicto literario

| marzo 1, 2010

Existe una categoría filosófica conocida como Unidad y lucha de contrarios que es importante trasladar como elemento de comprensión del conflicto literario.

Lo trascendente de esta doctrina para la literatura es que todo sentimiento, toda emoción puede llevar en sí su contrario, el amor en el odio, la paz en la guerra, el dolor en la alegría…; esta dialéctica es parte esencial de la vida y el centro de un conflicto literario.

La vida humana, como el desarrollo, avanza en espiral. Hay momentos de tristeza, reflexión, felicidad… No pocas veces se regresa al punto de partida, se tropieza con los mismos problemas, sólo que la experiencia debería ayudar a tomar la mejor decisión en ese momento.

La dialéctica lo explica de esa forma: giramos para caer casi en el mismo lugar, aunque en un estadio superior. La vida es esto: un constante aprendizaje de este movimiento cíclico.

Los estoicos -quizá no fueron los primeros- tomaban este desarrollo cíclico del individuo como base de su doctrina. Hoy eres feliz, pero no lo seas tanto porque mañana estarás triste; hoy estás triste, mas no te preocupes que mañana serás feliz. Ante esta disyuntiva hay una solución: la impasibilidad ante los embates de la vida, evitar caer en la tentación de las emociones.

Es probable que esta corriente filosófica tenga algún fundamento como doctrina para la vida, pero en la literatura hay que tomarla con mucho cuidado.

Es conocido que la emoción es necesaria para concebir nuestro relato, para comunicarla a quien se arriesgue con las páginas de un texto literario de ficción. Igualmente los personajes atrapan al lector cuando se emocionan, pero un creador de ficciones no debe apresurarse en juzgarlos o transmitiría de forma equivocada ese juicio de valor al lector que, en su gran mayoría, prefiere formarse sus propios juicios de valor.

En cualquier caso, este movimiento cíclico de la vida, ese desarrollo en espiral hace que el ser humano intente la búsqueda de un equilibrio, de períodos de larga estabilidad económica, psíquica o emocional.

No siempre se es feliz o su contrario. Quizá como tendencia, nos ubicamos más cerca de uno de estos estados anímicos pero en el fondo siempre se está en medio de ambos, viviendo momentos de profunda paz o por el contrario períodos de lucha incesante.

Este desajuste —natural, por demás— es quizá la base de los conflictos humanos. Al filósofo Hegel se le atribuye el descubrimiento de la teoría de que un concepto o un pensamiento contiene su opuesto dentro de sí.

Según Hegel el ser, como categoría afirmativa, es como una primera fase de otra categoría afirmativa llamada devenir. Para llegar del ser al devenir es necesario comprender que el ser contiene en sí mismo a una categoría negativa, el no ser, y de la contradicción entre ambos surge el devenir que, como categoría afirmativa, también contiene en sí mismo la misma contradicción entre el ser y el no ser.

Así que el equilibrio del devenir logrado por la síntesis del ser con el no ser se vuelve a romper para dar paso a otra fase, y así hasta el infinito.

Esta dicotomía es necesario comprenderla o asimilarla para concebir un buen conflicto literario, aunque no sea del todo necesario conocer su origen filosófico.

Todo obstáculo introducido para que el protagonista de un texto literario de ficción tenga más difícil la llegada a su devenir, que complique el alcance de su objetivo es una categoría negativa que surge de su propio ser, del propio ámbito de su actuación, de su realidad.

Si se entiende esto se puede crear un buen conflicto literario y se habrá avanzado mucho en la creación de un texto literario de ficción.

 

Más en: Cómo se escribe una novela. Técnicas de la ficción narrativa

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