Messiah. Si tienes dudas, mejor

| febrero 16, 2020

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Existen historias de ficción, como de la quiero hablarte, que nacen condenadas. ¿Por qué? Habría que indagarlo con calma, pero yo tengo la impresión de que, entre el marasmo tan amplio de libros, películas y series que salen a la luz, algunas muy buenas apenas provocan la reacción de un reducido grupo. Quizás porque sus historias, aquello que cuentan, no es demasiado popular; y si lo fuera, no lo es la representación en la que lo hacen.

Novelas como Ulisses (Joyce) o Á la recherche du temps perdu (Proust), La muerte feliz, (Camus), El reino de este mundo (Carpentier) o, curiosamente, Moby Dick (Melville) han logrado la aceptación por parte de no pocos críticos –aunque también la repulsa de otros– y que muchos lectores, incluso buenos lectores, conocen de oídas, pero jamás han leído.

Hay entre unos pocos buena aceptación a películas como Donnie Darko (Richard Kelly), Stranger tan Fiction (Marc Fosters), Primer (Shane Carruth), casi toda la obra de M. Night Shyamalan –insuperable narrador de historias donde los haya– posterior a The Sixth Sense, donde tiene joyas como The Village, The Happening o Signs.

No escapan las series The Night Of (Richard Price), The leftovers (Damon Lindelof), Rubicon (Jason Horwitch), Carnivale (Daniel Knauf), por mencionar las que me vienen a la memoria, pero la lista es bastante más amplia; y sumo a estas últimas Messiah (Michael Petroni) que creo que pasará sin penas ni glorias, y que recibirá más de una invectiva decepcionada por parte de los críticos y del público.

Trato de hacer una sinopsis. Eva Geller (increíbles los papeles que Michelle Monaghan asume), una agente de la CIA con no pocos problemas personales, se destina a investigar el caso de un profeta surgido en Medio Oriente y que está reuniendo una gran masa de seguidores en todo el mundo que lo aclaman como el Mesías. Para empezar, no está mal como historia, aunque por si fuera poco, esta agente y el supuesto mesías se van a encontrar con variopintos personajes que enriquecen el argumento: líderes religiosos enfrentados entre sí, un torturador israelí, un cura bautista de Texas, una periodista sensacionalista que busca la noticia de su vida, una adolescente suicida enganchada a Instagram, el presidente de los Estados Unidos; y etc., y etc.… No sigo.

Lo sorprendente y magistral de esta serie es, en primer lugar, su puesta en escena; tiene un argumento narrativo tan bien aderezado que desconcierta. Los tiros de cámara son espectaculares, donde lo que importa es la historia que cuenta y no la espectacularidad misma de su propuesta formal. Las metáforas visuales se complementan tan bien en la historia que tienes que ser, como yo, un friqui del cine para darte cuenta de cómo un picado sobre un campo arrasado y con una iglesia en llamas en un casi primer plano ayuda a entender la decadencia, o que el supuesto milagro más sorprendente que hace este mesías la cámara decide no presentarlo más que como un dato escondido, con las caras sorprendidas de los testigos. Esto último, por cierto, lo pueden ver mejor en la increíble película 21 Grams, (Alejandro González Iñárritu) donde el motivo fundamental sobre el que gira su argumento nunca se ve en pantalla.

Si me dan a escoger algo de Messiah, lo que considero mejor, sería quizás, la incertidumbre del argumento. Los directores y guionistas de esta joya han decidido mantenernos en una especie de frontera entre la realidad y la magia en lugar de abogar directamente por hacer fantasía o una serie completamente realista, lo que obliga al espectador a estar alerta en una especie de juego del ratón y el gato para cazar donde está la verdad. Y es aquí donde creo que está su mayor virtud.

Si aplicamos nuestra propia visión del mundo y creencias, seamos ateos o creyentes, para el análisis de esta serie vamos por mal camino para disfrutar de la espléndida invitación que nos hace. Las reacciones de los personajes ante la presencia del supuesto mesías son tan amplias, tienen tantas aristas y son de tan variados matices que juzgar es un error.

Lo interesante aquí es tratar de pensar, que reflexionemos en las consecuencias que tiene para nuestro mundo, nuestro entorno, nuestra realidad, que se pongan a prueba las creencias más arraigadas que tenemos, sean estas las que sean. Los espacios de credibilidad de los que gozamos vienen dados por nuestro nacimiento y crianza, por los sitios por donde nos movemos, la gente con la que interactuamos y la experiencia que todo esto nos aporta. Si un día todos estos espacios se ven subvertidos nuestra misma existencia se vería amenazada, y es lo que provoca que un estudiante de una clase de religión reflexione: Si todo esto fuera cierto, esta clase no tendría ningún sentido.

Magnífica serie, y por desgracia, creo que me voy a quedar con ganas de ver una segunda temporada, porque ya se ha dicho en algún sitio que no la tendrá. No sé hasta qué punto es bueno o malo, porque quizás lo que podría convertirla en una gran historia, una serie de culto, es justamente esta imposibilidad de conocer el desenlace. Pero me gustaría verlo, me gustaría tener un final claro para esta historia.

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