Aferrado a los clásicos. El retrato de Dorian Gray (Wilde)

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Existe una historia, seguramente apócrifa, que propone al pintor Basil Hallward, como autor de un prólogo para una de las ediciones de El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. Hallward, como personaje al fin, no puede escribir un preámbulo para un libro donde él existe y, por desgracia, la historia no es cierta, pero quienquiera que haya escrito ese pequeño trozo de mentira superior a la realidad que existe sólo en el libro, hizo una pequeña aportación a la literatura haciendo casi real lo que es sólo ficción.

Sin embargo, pensemos en esa idea. En ese fragmento se propone la idea de que Wilde estuvo presente mientras iba dibujándose durante semanas la silueta de Dorian Gray en el lienzo, y en algún momento se lamentó de que la belleza desquiciante del joven desapareciera con la edad, con lo que quedó sembrada en el cerebro del autor la semilla de lo que luego ha sido su obra más conocida.

Mas allá de la fábula y lo literario, ¿Dónde está la verdad del origen de El retrato de Dorian Gray?

 

 

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