Condenas públicas

Si me preguntaran cuál es el mayor ámbito de la libertad del ser humano, aquel mundo donde más es libre, donde menos puede ser coartada su libertad es en el mundo de la información, en especial la del mundo de Internet, y aún más, en la blogósfera.

La globalización ha hecho que intentos de ocultar la realidad, ya sean las torturas de Abu Graib o la revuelta de Irán por las elecciones fraudulentas, hayan sido fenómenos universales, sacados a la luz a pesar de sus testigos y de los ocultadores de esos testigos.

Sin embargo esta libertad está siendo amenazada por la inmediatez de la información. Me viene a la memoria el hombre al que recientemente habían acusado de haber maltratado, violado y matado a su hijastra, y que luego se demostró que no lo había hecho.

En el ínterin había salido en los medios de comunicación esposado, se hicieron programas de televisión con su supuesto crimen y “extraños sucesos” de su pasado, salió en la prensa con una foto bastante manipuladora y que yo me niego a reproducir aquí, con el titular: “La mirada del asesino de una niña de tres años” y en Internet ha sido pasto de los carroñeros. Todo por un parte médico que decía que la niña había llegado con heridas y golpes sospechosos, pero sobre todo con “desgarros vaginales” que luego la autopsia ha desmentido.

Por desgracia este hombre, ya declarado inocente, no lo será jamás. Ha pasado la pena capital de la opinión pública, el griterío de los bien pensantes y su cara ha sido portada en las miradas de toda España. Cuando menos quedará como el tipo que no supo cuidar a su hija, y seguramente su matrimonio jamás volverá a ser el mismo. Ha cargado con la condena pública y la muerte de la que era su hija a todos los efectos legales.

Ha tenido, sin embargo, la “suerte” de que se ha podido hacer una autopsia a la niña, porque si hubiera sobrevivido, este tipo estaría siendo todavía el nuevo Dolores Vázquez, aquella mujer que por la muerte de la hija de su amante, estuvo injustamente 17 meses en prisión, y que salió absuelta por el ADN de una colilla de cigarro que se dejó el verdadero asesino en la escena del crimen.

La libertad no es hacer lo que me da la gana, y que mucha gente, incluida gran parte de la prensa, cree que puede hacerlo. La libertad es también responsabilidad, es hacer todo aquello que permita la ley pactada por todos, no vulnerar la dignidad de los demás, ni utilizar nuestros prejuicios para hacer condenas públicas sobre hechos que aún no conocemos del todo. Esa es la verdadera democracia.

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