Les Revenants. Cuando dos mundos colisionan

CANP_1210059_REVENANTS_COUTEAU_SS_DATE_Abribus.indd_NjpgQuiero hablarte de un milagro. No de la resurrección de un hombre ni la curación extraordinaria de una enfermedad que lleva a la muerte. Hablemos de un producto de ficción, una serie francesa que me ha dejado con ganas de preguntar, de indagar, de escudriñar en mi pasado para saber dónde puedo mejorar el presente.

Empiezo por una pregunta, ¿qué pasaría en tu vida actual, cuál sería tu reacción si en estos momentos escuchas un sonido en tu baño, te levantas a mirar qué sucede porque estás sólo o no debería haber nadie allí, preguntas, quién anda ahí, y te responde un familiar que murió hace cinco o diez años?

Hablo de una presencia real, no de un fantasma, hablo de un ser de carne y hueso, alguien que responde de la misma manera que cuando lo viste por última vez, que no recuerda qué le ha pasado ni donde ha estado en esos años en que lo extrañabas porque en resumidas cuentas, ni siquiera sabe que ha estado muerto.

El conflicto de gente que vuelve de la muerte tras varios años, la idea inquietante y sugerente de que alguien regrese de donde se supone que no puede, es el centro de esta producción francesa que desde ya no te deberías perder.

En el arte, en la ciencia, en la literatura, ninguna rama humana ha quedado ajena al misterio de la muerte. Desde La divina comedia hasta La prueba del cielo del neurocirujano Eben Alexander, o desde Nosferatus hasta El sexto sentido cantantes, poetas, y científicos, han estado durante siglos investigando este enigma tan humano y corriente como extraordinario. Muchos desde el terror, desde el pasmo que produce la idea de lo que no conocemos, en un mundo donde lo que se escapa a nuestra comprensión, nos inventamos respuestas, a veces disparatadas, para evitar el desasosiego de no saber.

Pero la única realidad es que de la muerte sabemos muy poco y Les Revenants se aprovecha de ello para llevarnos a un viaje turbador y llamativo a la vez; un viaje de exploración del ser humano, de nuestros miedos, anhelos y emociones donde el pánico ocupa un espacio muy reducido. El verdadero argumento de esta serie inevitable son las interrogantes eternas de las segundas oportunidades y los afectos que reviven; los amores que nunca terminaron o dejaron la sensación de poder continuar, la recuperación de los hijos que no debieron partir, la imaginaria posibilidad de pedir perdón a los que herimos alguna vez.

Con gran acierto, los directores Frédéric Mermoud y Fabrice Gobert prefirieron alejarse del catastrofismo de The Walking Dead o la realidad almibarada e inverosímil de Ghost Whisperer, para llevarnos a un terreno muy humano, a las respuestas que como seres humanos más nos acerca a una experiencia racional. ¿Cómo hablar con quien regresa? ¿Cómo presentarlo a los conocidos? ¿Cómo actuar para que se queden o se sientan a gusto? ¿Cómo saber si se quedan para siempre o nos volverán a dejar?

No quiero hacer spoilers e intento contar muy poco, pero permíteme dirigir tu atención a otra pregunta que sale varias veces en la serie: ¿Los que regresan es obra de un milagro o es un nuevo comienzo para todos? Las consecuencias de que suceda algo que rompe nuestros esquemas, que rompe la lógica del mundo que hasta ahora podemos explicar y entender, no viene sólo con dudas también tiene consecuencias, y estas son las que deseamos conocer mientras la atención nos obliga a permanecer en el sofá.

Ya rueda una versión norteamericana. No la he visto, pero tengo reparos. Seguro que intentaron un buen producto, probablemente será una buena serie; quizás no muy distinta, y hasta tendrá un público que la seguirá fielmente, entre los cuales quizás esté yo mismo, pero me temo que cargarán demasiado las tintas sobre el terror y no sobre las relaciones humanas, como lo hace Les Revenants. A ver cuándo me decido.

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