Amreeka. Acéptame a ti mismo o perece

Siempre he creído que lo que hoy somos, lo que tenemos o añoramos, lo que nos molesta o enorgullece de nuestra situación o nuestra vida, es responsabilidad nuestra. Existe la suerte, existe el azar, pero todas estas categorías filosóficas –o no– pueden ser encauzadas para ayudarnos en nuestro camino.

Luego de ver la película Amreeka esta idea se afianza. Es de esos filmes que no esperes ver en las grandes salas de cine, en los grandes circuitos comerciales y menos en los premios Oscar u otros festivales. En Cannes tuvo suerte, alzándose con el premio FIPRESCI que da la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, pero el resto de los premios de esta película, en su gran mayoría, se limitan a galardones independientes.

Y es que estamos ante una de esas obras reflexivas que provocan sentimientos y emociones encontradas en el espectador; de esas que abordan temas duros que hacen exclamar a más de uno: ¡No por Dios, prefiero películas lindas porque ya bastante sufrimiento tengo yo!

Aborda un tema universal desde una óptica particular bastante polémica: la difícil batalla por triunfar (o sólo adaptarse) en un medio extraño, desde la vida de una familia palestina que emigra a los Estados Unidos justo en medio de la segunda Guerra del Golfo de 2003.

Decir mucho sobre esta película podría desvelar partes del final. Me limito a decir que no da respuestas concretas a la historia que plantea, pero sí al telespectador, al que invita, primero que nada, a tener una mente abierta ante los problemas de los demás, y segundo a aceptarse a uno mismo tal cual es, a mirarnos con ojos menos críticos, al menos no tanto como para hacernos daño en nuestra vida.

La mirada de Cherien Dabis la directora estadounidense –de padres palestino jordanos– trasciende el conflicto latente del conflicto judeo palestino para centrarse en algo mucho más amplio. Amreeka nos obliga a reflexionar sobre el conflicto de un ser humano que, voluntariamente o no, se ve obligado a sobrevivir en un medio que no conoce, con situaciones que le son extrañas y que nos hace mirarnos por dentro a nosotros mismos como parte de ese conflicto.

Se le puede reprochar a la directora o al guionista, que no dieran más importancia a las historias secundarias que afianzan el argumento principal, en especial porque son los puntos de apoyo del personaje Muna en su conflicto personal y social.

Como casi siempre que me tomo el trabajo de escribir sobre cine, recomiendo esta película, no es de esas donde verán coches explotando ni carreras en medios de disparos policiales. Sólo vivirán conflictos de la vida misma, problemas que cualquiera de nosotros podría tener sin que seamos conscientes de ello.

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