Existe una frase cubana: En el mundo, para que sea mundo, tiene que haber de todo. Es una frase de conformidad con las situaciones extrañas, las personas malas o locas, los momentos absurdos y todo tipo de cosa rara que exista sobre la tierra y que pueda sorprendernos.
Sí, la verdad es que, por más que podamos sorprendernos, este mundo está lleno de locos, cosas raras y situaciones absurdas.
Entre las cosas llamativas de las noticias que escuché en su momento está la decisión de un gobierno regional español de quitarle el niño a unos padres porque consideran que su hijo está gordo. Bien, es raro, pero igual se puede justificar –No sé cómo, en realidad, mientras hay miles de cosas peligrosas en el mundo de los cuales la administración no se preocupa– sobre la base de obesidad mórbida y la salud del niño.
Ahora bien, sigo sin comprender la decisión de imputar cargos criminales a dos concursantes de un programa televisivo británico (el Supervivientes inglés) por haberse comido una rata.
Vamos a ver, sí es cierto, la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales ha considerado que matar una rata es un acto cruel para ser parte de un espectáculo y han cursado una denuncia que un juez australiano, donde se celebraba el supervivientes, ha cursado sin que le tiemble el pulso y sin temor al escarnio público.
Pero esta noticia se queda corta, cortísima, ante otra denuncia de un ciudadano español, quien en el V festival de Jazz de Sigüenza, denunció al músico Larry Ochs por: ¡No tocar jazz!
Como lo lees. Pero el esperpento no queda ahí. Una pareja de la guardia civil sometió a Ochs –del cual no soy precisamente un admirador– a una sesión extraordinaria para analizar si el ciudadano tenía o no razón. Los guardias civiles, al parecer expertos en la materia musical, dieron la razón al espectador. Por lo tanto, el saxofonista Larry Ochs, hasta ahora considerado uno de los exponentes vivos del jazz, ha quedado desenmascarado por una pareja de la guardia civil, que ha expresado, luego de escuchar al músico, que su música no es jazz.
En fin, no tengo la sensibilidad de la sociedad protectora de la ratas, ni el oído musical de la pareja de la guardia civil, y aún menos la potestad para decidir cuando un niño es maltratado por sus padres por ser gordo, pero diré por lo bajo que “El mundo para que sea mundo…” y “Spain is different”, no vaya a ser que algún juzgado considere que mi opinión no es opinión, o que escribo en algún dialecto que no es del español, o cualquier otra cosa. Ya me callo, por si acaso.