Tengo amigos y conocidos que ante un nuevo programa de ordenador, un nuevo aparato o un móvil con gestiones de datos u otras acciones abren los ojos con alarma y se niegan rotundamente a enterarse de lo que les hablo.
La verdad es que no es ni bueno ni malo. Es decir, cualquier persona tiene derecho a vivir con su libreta o cartilla del banco y sacar dinero con el comercial que le atienda en la sucursal del lado de casa. U optar por ir al ayuntamiento para pedir su justificante de empadronamiento en lugar de imprimirlo en casa por DNI electrónico o firma digital.
La tecnología es siempre un paso más allá del mundo que conocemos. La primera vez que tuve un móvil, luego de 30 años sin siquiera imaginar o soñar que podría tener uno, fue una especie de choque emocional.
No podía entender que aquel aparatico sin antena visible y tan pequeño pudiera atrapar mi voz para trasladarla al otro lado del atlántico y hablar con mi familia.
De la misma manera me pasó antes con el primer ordenador frente al que me senté. Ni recuerdo la de veces que, por algún error mío o de aquellas primeras máquinas con disquetes de 5, 25, perdí documentos largamente tecleados por días perdidos a la postre.
Sin embargo vivir negando la tecnología no es exactamente una postura sensata. Me explico.
Hoy en día muchos de los adelantos que fueron revolucionarios en su momento, son reliquias de museo. El mundo avanza, de forma rápida y muchos avances que antes podían ser una rareza ideada por unos locos de la tecnología hoy permiten el mantenimiento de los derechos fundamentales del ser humano.
Tal es el caso de Internet, creado con fines militares en USA y hoy permite a los cubanos o los iraníes enfrentarse al sistema oprobioso que tienen sobre sus cabezas a través de Facebook o Twitter.
¿Y qué me dicen de la TDT? Un invento que hoy deja en pañales la televisión analógica y que muchas personas podrían no disfrutar si no se suben al carro de la tecnología.
La teleasistencia, esa maravilla que permite a los ancianos que viven solos, tener acceso a los servicios de emergencias apretando un simple botón en una pulsera o un colgante, no puede hacerse si no es a través de una línea de teléfono.
La cruda realidad es que hoy en el mundo se podría vivir sin tecnología si esta fuera usada únicamente para el entretenimiento. Pero para ser funcional, para tener un mínimo de facilidades y en algunos casos, seguridades inevitables, se necesita la tecnología.
¡Pues bienvenida sea! Por más que a veces nos deje con ganas de tirar a la Blackberry por la ventana.