Desde Japón nos llega una película inquietante. En España se ha comercializado con el título en inglés Air Doll. Parece obvio porque la traducción sería Muñeca hinchable, que tiene referencias sexuales que remiten a la historia de la película, pero no del argumento.
No es una gran película, no provoca grandes expectativas ni será nominada por actuaciones inolvidables, pero tiene una de las más interesantes metáforas sobre las relaciones humanas y la vida que recuerdo.
La vida nos viene dada casi sin que pensemos sobre ella. Como seres humanos abrimos un día los ojos al mundo y crecemos sin que apenas demos valor a ciertos aspectos de este maravilloso milagro que es la vida, este navegar con cierto rumbo hacia algún destino no del todo preciso.
Vivimos al día, inmensos en nuestros propios problemas, cargados de inconvenientes y obstáculos que a veces nos creamos nosotros mismos, cuando tenemos tanto de qué alegrarnos, tanto qué valorar de esta difícil y asombrosa consecuencia que es venir al mundo.
Y ahí entra esta muñeca hinchable venida desde Japón, un utensilio algo pedestre y poco apreciado que ayuda a la turbadora soledad en que cada día nos adentramos más en este mundo lleno de personas, de gentes que nos pasa por el lado igualmente necesitados de un abrazo, de un beso, de una caricia; como nosotros.
Es conmovedora la historia de esta muñeca que cobra vida para hacernos apreciar lo que apenas valoramos. En especial porque su universo de inocencia, su llegada a este mundo cargado de millones de historias contradictorias la obliga a enfrentarse a situaciones para las que estamos preparados como seres humanos, aunque no son ni normales ni muy humanas, o quizás son demasiado humanas como para que una muñeca ingenua creada para obedecer nuestros más oscuros pensamientos y deseos, pueda asimilar.
No hay tema humano que le sea ajeno a esta película japonesa; el amor, la vida –y por tanto, la muerte–, la vejez, la soledad, el sexo y las relaciones de poder o sumisión que provoca, la candidez y la pureza de la niñez, todos temas que alguna vez nos han preocupado, pero al que terminamos relegando a un cajón cuando nos sumergirnos en el consuetudinario aburrimiento o la inaguantable hiperactividad de nuestras vidas.
Un acierto este filme, que puede llegar por momentos a ser aburrido en su lento acontecer, pero al que siempre, siempre, deberé algo de sugestivo razonamiento sobre ese milagro tan extraordinario que es la vida.