Bulos, exageraciones y Hoaxes

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blankMe llega un mail de una amiga con el siguiente asunto: ¡Horror en China! Abro con el prejuicio: a ver qué nueva se les ha ocurrido a los gobernantes de un país comunista. Es una presentación de PowerPoint. ¡Dios cómo las odio! Enmascaran tanto narcicismo y destilan una cursilería que me descompone la sensibilidad. Pero al abrir el documento los datos y las imágenes me desarman. Indiferencia ante al cadáver de un feto tirado en una calle, cifras de mortalidad infantil en el país asiático y lo peor, un comercio de alimentación vinculado a los fetos humanos.

¡Dios, esto último me deja sin palabras! Tipos que se comen fetos humanos en Asia. Ponen una parrilla con carbón, cortan un feto humano en trozos, un poco de sal gruesa, para que la carne utilice sólo la que necesite, y a comerse una asadito de gente. ¡Dios, que asqueroso! ¡Qué inhumano! ¡Lo que les faltaba a los comunistas! ¡Comer niños! Ya no queda barbaridad que no hagan estos bestias opresores de personas.

Sin embargo, luego de pasada la primera impresión, el sentido común me pone alerta. Algo no encaja. Demasiado fácil que se vea la cara de un tipo comiéndose las piernitas y la cabeza de un bebé. Probablemente hasta me equivoco, pero un tipo que hace eso en un país comunista no se dejaría fotografiar tan buenamente, en una secuencia como de Gran Hermano, a cara descubierta, a los ojos de los represores. Algo hiede en la historia de los comefetos.

Luego de unos clicks y varias páginas de Internet conozco a Zhu Yu, un polémico artista chino que pertenece a una tendencia de arte extremo que realizó este montaje para eso: polemizar, escandalizar, llamar la atención. Según sus propias palabras intenta “explorar los tabúes de nuestra civilización y generar una reflexión sobre la muerte y el destino de los cuerpos”.

Lo llamativo de su asquerosa exposición antiartística es que ni es una costumbre de ningún país asiático ni era un feto de humano lo que él comía sino un pato al que alteró para hacerlo pasar por humano. Al final ha engañado a todo el mundo, o a casi todo el mundo. Periódicos serios de todo el planeta han asegurado que existe este mercado de seres humanos para consumir basándose sólo en la exposición del artista (me da reparos llamarlo así, pero no tengo otra forma) y otros dieron por buena la idea de que este artista se había comido un feto humano. En la televisión británica se estrenó el documental Beijing Swings donde aparecía la macabra escena de Zhu Yu zampándose a una gente chiquita.

No quiero hacer un análisis de lo que hoy se llama arte, que puede ser esta cosa del asiático comefetos como la de un italiano que colgó en árboles maniquíes de niños ahorcados. Eso será para otro ámbito, pero sí quiero llamar la atención sobre lo que recibimos por mail.

Internet ha democratizado la opinión mundial. La red es probablemente la mayor fuente de libertad que se haya conocido nunca. Pero como la mayor fuente de libertad es también el más grande vehículo de transmisión de verdades y mentiras que se haya inventado. A través de la red podemos desmentir a los gobiernos, sacar a la luz lo que ocultan para escamotearnos la verdad, pero de la misma forma recibimos una cantidad ingente de información que no sirve para nada.

Los famosos mails en cadena: «manda esto si no tendrás diez años de mala suerte o perderás la opción de ser millonario», «reenvía esto para que mi hija no muera de cáncer» o «cuidado con las hamburguesas de McDonald’s porque al amigo de un amigo encontró la uña de una rata». ¡Bulos, mentiras, leyendas urbanas! Lo llamativo es que estas leyendas (Hoax, en inglés) vienen precedidas de una preparación previa que mezcla verdades con mentiras. Es cierto que la política de natalidad China es opresiva, es verdad que se conculcan libertades de los niños en China, pero no es verdad que exista un mercado de fetos para el consumo.

Así son todos estos hoaxes, o bulos en cadena. No tiene firma personal, invocan nombres de grandes compañías o transnacionales y su verdadero objetivo es colapsar servidores de la red, robar datos de los incautos que caigan en la inocencia de seguir la cadena y ensalzar el ego del autor, y lo peor de todo es que restan importancia a las personas que realmente necesitan este tipo de publicidad.

Por desgracia no existe más que el sentido común para reconocer un bulo de una verdad, y ya sabemos que éste es el menos común de los sentidos. Por lo pronto recomendaría a todos los que reciban una noticia impactante o un mail de este tipo que antes de reenviarlo, duden de todo, no den por bueno cualquier argumento aunque afiance nuestras opiniones. No existe mejor forma de detectar la mierda que dudar de todo lo que se pueda. No sé si algún día habrá un detector informático de bulos, pero hasta entonces, ya saben: dudar de todo.

Para saber más:
http://www.rompecadenas.com.ar/taiwanbabies.htm
http://www.rompecadenas.com.ar/hoaxes.htm
http://www.rompecadenas.com.ar/hoaxconsejos.htm

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