Llega la noticia de los nuevos cambios en el diccionario de la Lengua española, y como era obvio, me coge –perdón para algunos países hispanoamericanos a los que debería decir “me pilla” o “me llega” – trabajando, revisando textos de ficción, más concretamente una novela que tiene muchos giros lingüísticos, metáforas y juegos con el idioma español.
De forma general casi siempre estoy de acuerdo con muchos de los cambios introducidos por la Academia a lo largo de su historia. No me queda otra teniendo en cuenta que tampoco es que sirva de mucho mi queja por algún cambio que me incomode, pero al menos tengo el derecho de réplica.
Con los nuevos cambios me encuentro con un problema, quizás dos. Definitivamente no habrá excepciones para la acentuación de los monosílabos en el español como hasta ahora. Por lo tanto Guión, ya no se acentúa, algo que se podría aceptar pero aún es peor, porque se condena su uso. Como dice el catedrático de la lengua española, Salvador Gutiérrez Ordóñez, «escribir Guión será una falta de ortografía». De acuerdo, quizás no es un caos, pero me jode algún punto que me habrán quitado en algún examen por este motivo en el pasado.
Me encuentro otro problema; y este sí es un caos.
El texto que tengo delante tiene esta frase: “Salvador va a pasar solo el domingo”. Antes lo tenía claro, Salvador me visita el domingo pero viene solo, sin acompañante. Le puedo hacer una comida sin necesidad de echar más agua a las habichuelas (entiéndase los frijoles cubanos) porque al menos sólo (solamente) comerá él.
Ahora la Academia, en su infinita sabiduría, decide que “Salvador va a pasar solo el domingo” va a ser una frase ambigua –al menos para mí– porque no es necesario acentuar –como tontamente hice antes– la palabra solo.
Vamos al detalle.
Guiándonos por la nueva regla, en la frase “Salvador va a pasar solo el domingo” no me queda claro si Salvador me visita únicamente el domingo, como tampoco sé si viene solo o acompañado. El molesto (o agradable) Salvador puede que venga sin acompañante el domingo, pero también puede aparecer solo o con el equipo completo del Real Madrid cualquier otro día de la semana. Por lo tanto, aquí debo preocuparme toda la semana porque no sé si tendré la agradable o molesta visita de Salvador en cualquier momento o sólamente hasta el final de la semana.
Si por el contrario acentúo la palabra solo, de esta forma: “Salvador va a pasar sólo el domingo”, puedo estar tranquilo porque, si bien no me aclara tampoco si viene únicamente él o acompañado, sí tengo la plena seguridad de que al menos hasta el domingo no debo preocuparme de echar más agua a los frijoles – ¿Por cierto, le gustará al Real Madrid los frijoles a la cubana que haga en casa?–.
¿Cómo me las arreglo ahora con esta frase en un texto?
“Salvador va a pasar solo el domingo”.
¿Sólo por el contexto? O, ¿por el contexto solo?
Es sólo una idea del caos que en mi garrafal ignorancia me van a provocar algunos cambios introducidos por la Academia. Tonterías mías que apenas le importan a nadie, y espero que a nadie le creen estas dudas filosóficas de la hora de giñar – ¿o es de jiñar?–.
Por lo pronto si me mandan un correo con esa frase no sé si hacer frijoles y café solo para Salvador, y alguien más, el domingo, o hacer frijoles y café para Salvador, y alguien más, solo el domingo o también el resto de la semana. Que me hago un lío.
Creo intensamente en la necesidad de los academicos de hacer algo para que se note que están ahí y no son meras figuras decorativas en lo que respecta a la lengua. De todas maneras, el castellano es demasiado puntillista en algunos casos, en inglés, por ejemplo, you es tu, ustedes y usted, para colmo, los adjetivos no tienen plural, así que menos pistas… Hay algo que sirve para aclarar tu frase: contexto. O escribirla mejor…