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El arte es inabarcable. Parece una frase trascendente que improviso para hablar de cuestiones estéticas y la grandeza de la creación, pero voy a algo más simple. Ya he comentado otras veces que necesito más de 24 horas para poder ver todo el cine y las series, leer todas las novelas y libros pendientes y seguir haciendo el resto de las cosas del día.
Por azares del Dios Google llegué a una serie que encaja en esa categoría de “lo que me estaba perdiendo” y que, si no descubro por mi cuenta, me la habría perdido para siempre.
No sé porqué me obsesiono con esto del arte que pasa inadvertido. Siempre le estoy dando vueltas a las cientos de buenas novelas que nunca se han publicado, cientos de discos que nunca se grabaron o fotografías o pinturas que se perdieron en el basurero del tiempo. Cierto, la humanidad sigue viviendo sin conocerlas y no hemos desaparecido, ni somos mejores o peores sin ellas, pero míralo desde el punto de vista del creador que murió sin ganar un céntimo por una obra de arte memorable.
Y no, no es algo que me invente porque tengo una mente fantasiosa. Ya he apuntado otras veces que hoy en día conocemos la magnífica obra de Kafka, gracias a la traición de Max Brod, que no quemó la obra tras la muerte de su amigo; conocemos la memorable obra de Vivian Mayer, debido a la casualidad de alguien que compra un baúl con sus fotos en una subasta, y podemos disfrutar de la excelente combinación de música y letras de Sixto Rodríguez, por el afán investigativo de un amante sudafricano de su música mientras en el resto del mundo no sabíamos de su obra.
Si dijera que la serie de la que te hablo cae en este tipo de categoría, probablemente estaría exagerando, pero una obra de ficción que estimula las sensaciones y reacciones emocionales que provoca Plan B, la serie canadiense creada en 2023 por Jean-François Asselin y Jacques Drolet, no merece pasar inadvertida.
Para ser honestos la Plan B, a la que me estoy referenciado es de 2023 y de facturación canadiense. Lo aclaro porque en mi obsesión por la curiosidad y no quedarme con dudas sobre algo, he descubierto que existen 3 series con el mismo título y que todas tratan lo mismo.
La primera que se realizó fue de origen quebequense en 2021, y que se filmó en francés, a la que, en el mismo año, se le hizo una adaptación franco belga, de mismo nombre y que tiene una sola temporada, y que es igual de exquisita en estética, forma y debates argumentales. Tras el éxito de esta última, se hizo la Plan B de la que hablo, que fue la primera que vi, aunque luego fui hacia atrás, como la premisa que propone la historia de las tres versiones.
Entremos en detalle. La primera temporada de Plan B, la serie canadiense, en inglés, de 2023, nos lleva al progreso de una pareja Philip y Evelyn desde que se conocen hasta que se casan. Lo novedoso es cómo nos cuentan desde adelante hacia detrás, desde el presente hacia el pasado, los conflictos a los que se enfrentan como pareja gracias a que el marido ha encontrado (no hago Spoiler, dado que está en todas las sinopsis) una forma de retroceder en el tiempo para lograr salvar la relación con su pareja.
Imagina por un segundo que logras saber que tu pareja, a la que amas, te va a dejar, y al mismo tiempo te ofrecen una forma de retroceder en el tiempo para poder descubrir que hiciste mal y enmendar el error. ¡No me digas que no tiene su aquel!
El problema, y esto es lo que convierte la serie en algo más que la sinopsis que puedas leer sobre ella, es que este viajecito reparador tiene sus riesgos emocionales, y aquí, en ese peaje psicológico y emocional, es donde más se enfoca Plan B, para gusto de los amantes de la ficción más allá del entretenimiento. Cada capítulo es como ir un poco más atrás al momento en que dejaron de amarse y empezaron a sentirse rivales.
La segunda temporada se concentra en Mia, una agente de policía que quiere cambiar sus acciones después de que su intervención en una disputa doméstica entre dos personas salga desastrosamente mal. Claro, la premisa es un poco como la primera temporada, vas al pasado a solucionar un hecho concreto, pero la cosa se lía y aparecen los inconvenientes que llevan a que la serie se convierta en una obra de arte memorable.
Enumerando virtudes de esta serie, empiezo por esa forma de contar hacia atrás, gracias a este truco, que no es nuevo, logramos adentrarnos paso a paso en los problemas y debates que plantea, porque cada capítulo nos obliga a ir algo más atrás creando nuestra necesidad como espectadores de descubrir, como sus protagonistas, el momento exacto en que algo deja de funcionar.
La segunda virtud de la serie es enmascararnos la explicación del por qué se puede viajar en el tiempo. No te engañes, tampoco es importante, viajar en el tiempo en Plan B es un Macguffin, es el pretexto que parece que mueve la serie cuando en realidad lo importante es lo que está pasando con Philip y Evelyn en la primera temporada y con Mia en la segunda.
No hablo más, tengo la sensación de que, si sigo hablando de la serie, voy a soltar información que no deba y te impida disfrutarla. Pero, por favor, si te gusta la ficción para algo más que el entretenimiento, incluso siendo entretenida, no te engañes, esta serie te va a dar para reflexionar sobre temas emocionales, cercanos a la vez que disfrutas con el suspense, la sorpresa, y la curiosidad humana.