La pregunta que encabeza este texto es la base de varios capítulos de la serie El Ala oeste de la casa Blanca. El presidente de los Estados Unidos se ve en la encrucijada moral de ordenar el ajusticiamiento de un terrorista cuyo estatus de diplomático le resguarda de un apresamiento de forma legal.
El presidente Josiah Bartlet, encarnado con bastante credibilidad por Martin Sheen, le hace la pregunta a su psicólogo, a quien además no puede contarle un hecho que afecta la seguridad nacional.
La ficción resuelve la situación de forma drástica. Un comando que espera a la avioneta del ministro terrorista en una isla y ejecuta la orden haciendo desaparecer los restos del avión. Todo bajo la orden de Bartlet y siguiendo los dictámenes de sus consejeros.
Pero, ¿vale la pena violar la ley para salvar vidas humanas?
No es una pregunta sencilla de responder. Quizás si tu ideología es la de ser antiyanqui responderías directamente que no, que el presidente de los Estados Unidos debe respetar la ley por mucho que salve vidas con su decisión.
Pero si tuvieras que hacerlo tú. Si tienes suficientes argumentos demostrativos de que alguien va a asesinar a terceros, ya ha asesinado a otros antes y lo sabes con absoluta certeza, tienes un arma en la mano y no hay tiempo para que llegue la policía por mucho que les avises, ¿reducirías a esa persona, incluso hasta la muerte si fuese necesario, para salvar otras vidas humanas?
Quizás ahora dudes un poco más, o a lo mejor respondes directamente que sí.
Este tipo de conflictos morales nos pone en un cruce caminos que es siempre difícil de sortear. Como ese de que si ves al último animal de una especie en extinción que se va a comer a la última planta de otra especie en extinción, ¿qué harías? O eres médico y te llega una paciente que necesita una transfusión de sangre para salvar la vida pero sabes que es testigo de Jehová.
Yo tengo una respuesta de lo que creo que haría ante un asesino si tuviese que decidir violar la ley para evitar que cometa su crimen. No dudaría ni un segundo en violar la ley para salvar vidas. La ley es un conjunto de normas de obligado cumplimiento que los hombres hemos creado a medida que la convivencia se nos ha hecho más compleja. Todos debemos respetarla lo que hace nuestra convivencia más soportable que un mundo donde rigiese el ojo por ojo.
Sin embargo la vida humana es aún más importante que la ley. Al menos yo, sería capaz de pedir la vida, antes que la pena de muerte, para ese mismo asesino luego de haberlo atrapado (en caso de haber tenido esa opción). Si tuviese que salvar una vida creo que la ley me importaría poco en ese momento. En resumidas cuentas, si la justicia, la misma que agrupa a todas las leyes, fuese verdaderamente justa, debería contemplar la absolución para quien evita una muerte aunque se salte una ley con ello.
Sin embargo no tenemos ninguna seguridad de que luego esa misma ley que nos debe proteger, pueda exonerarnos por lo que hicimos. Recordemos que se han perjudicado personas por salvar a terceros en un accidente. Resulta que a veces los seguros culpan de una posible invalidez del accidentado a una inexperta actuación médica de la persona que lo salvó.
El caso del médico ante su juramento hipocrático. Es más importante hacer la transfusión de sangre que pensar si el paciente acepta o no acepta el tratamiento por su religión, aunque podríamos hacer carecer de sentido la vida del paciente luego de haberlo salvado. Es decir, la hacemos vivir, le alargamos la vida pero le podríamos quitar el argumento por el cual consideraba que valía la pena vivir la vida que le hemos salvado.
O el caso de tener que decidir una operación para una embarazada en la cual te ves obligado a escoger entre la vida de la madre o la de su hijo ¿Y entonces?
Quizás la mayoría de las personas no se hagan este tipo de tontas preguntas que a fin de cuentas son situaciones muy poco probables en la vida de un ser humano. Otra cosa sería si tu labor fuese precisamente la seguridad ciudadana o la salud del ser humano: policía, bombero, médico, enfermera, cirujano, etc.
En cualquier caso es un dilema moral que alguna vez se debe tomar en las vidas de las personas y para las cuales no siempre tenemos tiempo de recapacitar suficientemente. Sobre todo porque no tendremos (o casi nunca tendremos) la posibilidad facilona de escoger, como el caso de la planta y el animal en extinción, que decida el destino.