Vivir las obsesiones ajenas

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amores peligrososRecuerdo claramente, aunque no de memoria, una frase lapidaria que expone Cyril Connolly en uno de los artículos de su Obra selecta, al hablar de las uniones sentimentales más intensas desde el punto de vista sexual y amoroso. Según su criterio el pilar que sostiene a muchos de estos amores a primera vista, que luego mantienen una pasión ardiente y seductora, es el desequilibrio mental.

Pero Connolly es, en muchos de sus textos, un provocador. Probablemente buscaba lo que ahora estoy haciendo: citarlo. Sin embargo, si lo analizamos con cierta distancia psicológica, el rebelde escritor y crítico tiene no poca razón.

Cuando el amor es pasional, incluso excesivamente pasional, el ser humano tiende a anular algunas de sus capacidades psicológicas más importantes, la moral, el sentido común, el equilibrio emocional, etc. No todos lo hacemos igual ni con la misma intensidad, pero lo hacemos; y no es malo, hasta un cierto punto, una mínima frontera, donde podamos delimitar claramente lo que es la pasión controlable –sazonada de procesos químicos interiores aletargantes– del desequilibro mental y emocional –donde se pierde el sentido de la realidad.

Para cualquier ser humano es difícil establecer esta diferencia cuando la pasión guía nuestros instintos. La persona que está bajo los efectos narcóticos de la fogosidad sexual o emocional, raramente puede ser capaz de comprender que ha actuado erróneamente cuando se equivoca. Un ataque de celos incontrolable, una respuesta agresiva sin motivo, espiar al ser deseado, cualesquiera de estas reacciones irracionales, pueden ser realizadas sin que nos demos cuenta del absurdo en que estamos cayendo.

Walter Riso en su libro Amores altamente peligrosos, propone una división de estos amores nocivos que van desde el histórico-teatral (valorar más el deseo que el amor) hasta el limítrofe-inestable (fluctuación voluble entre el amor y el odio) y que todos deberíamos conocer, sobre todo en aras de evitarlos, da igual si como víctimas o victimarios. Porque no importa si atacamos como si somos atacados por esta patología, es igual de doloroso vivir emocionalmente por amar de forma malsana que recibir el amor del enfermo.

La persona que recibe estos efectos de un amor nocivo puede llegar a sentirse anulada, olvidar sus propios deseos, dilapidar su vida social, y en casos graves, llegar al asesinato o al suicidio. Muchas veces porque es incapaz de vivir su propia vida para terminar asumiendo la vida y obsesiones del otro.

Saber si una relación puede llegar a ser tóxica no es imposible. Lo verdaderamente difícil es tener el suficiente sentido común para escapar de los aspectos más atrayentes de un amor así: la admiración, el deseo sexual, las ganas de estar todo el tiempo con la pareja, que en sí sólo no es peligroso, pero junto a otros tics pueden llegar a ser el inicio de una situación estresante.

Aunque hay miles de ejemplos anónimos porque sus integrantes no se dedicaron a labores conocidas, es en el arte donde podemos revisitar las consecuencias este tipo de relaciones insanas. Los poetas Rimbaud y Verlaine, el novelista Francis Scott Fitzgerald y su esposa Zelda, el pintor Modigliani y Jeanne Hébuterne, Tina Turner y Ike Turner, Amy Winehouse y Regg Travis, Gauguin y Van Gogh, esta al parecer sin sexo entre ambos pero sí con un triángulo alrededor de una prostituta y con nueve de los más tormentosos meses que puedan tener dos personas haciéndose daño.

Si eres víctima de un amor tóxico, como el salvaje vivido en La guerra de los Rose, debes aprender a identificarlo y salirte de ti mismo. Debes analizar tu relación, tu pareja, tu vida entera, como si no fuera tuya, como si todo le estuviera pasando a un amigo. Debes aprender a ser realista, dejar de pensar en las expectativas de futuro y someterte a la realidad tal cual es y no como quieres que sea.

La vida es caminar tranquilamente hacia un estado emocional equilibrado con el mayor bienestar posible. Si, con la esperanza de un cambio futuro,  permites que a tus problemas y obsesiones se sumen los problemas y obsesiones de otra persona que te ama de forma equivocada estás tirando parte de tu vida al cesto de la basura.

Un ser humano no debería vivir las obsesiones de los demás. Digo más, no debería tener obsesiones de ningún tipo. Puede ser empático, puede sentirse mal por el sufrimiento de los demás, incluso a millas de distancia, puede tomar partido por un problema que no es suyo, pero no debería NUNCA vivir las obsesiones ajenas. Si al final vamos a tener obsesiones, deberían ser las propias, las originadas por deseos de lograr cosas que nos atraen por sí mismas. Si pasa algo diferente debes empezar a pensar en cambiar de pareja. ¡Cómo mínimo!

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