¿Y tú qué sabes? Conquistar la buena suerte

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blankSi crees que voy a hablarte de teorías esotéricas sobre poderes universales que nos ayudan a encaminar nuestras vidas, es mejor que dejes de leer. Voy a hablar de mi propia experiencia, de la realidad de lo que he vivido y creo, de aquello que la vida me ha llevado a conceptuar, más allá de cualquier otra historia que aparece en los libros o documentales de autoayuda.

Vi la película Y tú qué sabes (What theBleep Do We Know!?)Me la recomendó una voz, más allá de mí, que es como mi propia voz, una especie de conciencia con la que he dado de narices sin buscarla. Una especie de señal interior que vive abstracta, pero convincente, en alguna parte de este universo que no he visitado físicamente. Y algo ha cambiado dentro de mí.

Para empezar te confieso que no creo en el destino. Creo que no existe un hado fatal al que vas sin remedio, que nada ni nadie te obliga a ir por un camino que ya tienes trazado desde que naciste.

Existe -¡Vaya si existe!- el azar, la suerte de poder cambiar las cosas con una decisión inconsciente o preconcebida, existe esa casualidad que permite ir hacia adelante o intentar retroceder si las circunstancias lo permiten, que puedes cambiar la forma de transitar el camino si tus pasos son más rápidos o más lentos, si vas solo o acompañado, si lo haces con confianza o en el más absoluto de los pesimismos. Te tienes a ti mismo y a tu voluntad para cambiar las cosas.

Creo en la buena suerte, creo que según la decisión que tomes en algún momento concreto, puede irte mejor o peor, porque las circunstancias deben acompañarnos para poder lograr algunas cosas.

El alquimista (Paulo Coelho) me dijo que podía (y debía) luchar por aquello que quiero, con ganas, sin miedos, con la fuerza necesaria para lograrlo porque el universo conspira para llegar a ese objetivo. El secreto (Rhonda Byrne) me comentó que existen fuerzas ocultas que ponen mis deseos al alcance de mis manos, porque el pensamiento puede ponerlas en mi camino.

Pero yo no puedo decirte que esto sea verdad. No tengo argumentos propios para afirmar que si buscas algo con pujanza, el universo va a conspirar para que lo logres. Y no puedo atestiguar que existen fuerzas más allá de nuestro ser material que luchan por ti si lo haces con el suficiente ímpetu.  No puedo decirlo porque no sé si es verdad. Es más, tengo serias dudas que esto sea cierto. O quizás ya no tanto.

Puedo asegurar, eso sí, que si buscas algo con fuerza, si deseas algo con las suficientes ganas y luchas por ello con el suficiente poderío como para encaminar todos tus pasos hacia ese objetivo, las puertas que estaban cerradas para lograrlo se abren sin que sepas por qué.

No creo (tampoco tengo argumentos para decir lo contrario) que sea una fuerza oculta, un ser más allá de mí, o de ti, que estaba esperando a que abrieras tu ánimo para enseñarte los senderos inextricables de la vida. Sólo sé que al mirar a nuestro objetivo con convicción, encaminarse a él con la satisfacción de que llegaremos un día, con el resuello necesario para disfrutar el camino hacia esa meta, algo dentro de ti se mueve para que lo logres.

Algo que no es esotérico, que está en la base de nuestro ser material, que está esbozado por la psicología como la superación de las crisis. Es nuestro ánimo haciendo de las suyas en nuestro interior por esos azares que no se saben.

¿Y tú qué sabes? nos dice que quizás sí tiene que ver con el mundo material que erróneamente nos negamos. Nos dice que estamos formados por un número indescifrable de pequeños nosotros del mundo microscópico que se manejan por leyes diarias diferentes a las nuestras donde tomamos el chocolate de las mañanas y nos entregamos al pesimismo de las crisis existenciales.

El polémico filme nos intenta enseñar de forma muy sencilla que la física cuántica tiene leyes propias; un mundo donde habitan tus átomos y los míos, intercambiando experiencias sin que vivamos en el mismo espacio, sin siquiera el mismo país, sin siquiera habernos visto físicamente alguna vez y que a veces entran en colisión con nuestro mundo físico.  En general un mundo microscópico que se rige por leyes que no podemos aplicar al mundo de los sentidos.

¿Pero dónde está la frontera? ¿Dónde podemos decir que allí donde termina la física cuántica empieza la física tradicional?

No sé nada de física cuántica, ni siquiera de la física elemental. No tengo la menor idea del mundo esotérico, ni de Dios, ni el Sursum Corda. Sólo sé de lo que veo y siento. Y te digo que este documental, con todo lo rebatible que tiene desde el punto de vista científico, es una invitación interesante y única a mirarnos desde otra perspectiva.

Es lo más cercano que he estado nunca de creer en Dios, algo más allá del mundo de mis sentidos, más allá de mi manía de levantarme en las mañanas a hacer kilómetros para intentar mantener en forma un cuerpo físico que ampare una mente sana. Un Dios cercano, dentro de mí, que pasea entre mis átomos y puedo manejar conscientemente para que me auxilie mientras me ayudo a mí mismo.

No puedo decirte que vas a vivir la misma experiencia emocional. Esta es la mía, nadie la vivirá igual. No puedo decirte que luego de ver esta película o leer la lección que he aprendido –y que ahora intento explicarte con palabras que no sé manejar adecuadamente– tu mundo será diferente a lo que es. Para mí ya no lo es, lo cual es mucho más de lo que puedo decir de otras obras más encajadas a nuestro mundo material.

Pero sí puedo decirte algo, más allá de las experiencias propias que tengas, más allá de tus vivencias y tus convicciones más profundas que no conozco (al menos en este mundo material): Cuando vivas sin miedo, cuando dejes detrás el pesimismo y la hostilidad hacia el mundo y hacia ti mismo, cuando encares con esperanza y ambición sana el camino que sabes que tienes para ayudarte a ti y al resto de la humanidad (esa humanidad que crees que no te ofrece nada), habrá más opciones para que el universo esté en la palma de tu mano, porque eso sí lo he vivido.

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