Uno de los principios de la ficción, prácticamente inviolable, es que los dos o más bandos que forman el conflicto, deben tener, como norma, la misma fuerza argumentativa. Esto es, si creamos una historia donde los malos son muy malos y los buenos son casi perfectos, estaremos creando, casi con seguridad, una farsa de un problema real.
En la serie Seven Seconds un atropello y fuga se introduce en este apotegma (y lo solventa con bastante eficacia) al hacer que la víctima sea un negro y el victimario un policía blanco. Podría parecer una resolución fácil. Un creador amateur tendría a ponerse del lado del atropellado, joven y negro, de quien se supone más desprotegido por el sistema, pero Veena Sud (de quien ya tuvimos trazas de su maestría en The Killing) decidió ir por otros lares.
Indudablemente, desde el punto de vista legal, moral y ético no dudaríamos un segundo que la víctima tiene la razón ante una situación parecida, ¿cómo hacer entonces que los argumentos de los victimarios puedan estar a la altura de las víctimas en una situación tan clara? Aquí, tanto directores como guionistas, ascendieron un escalón para colocar el conflicto en el ámbito de la justicia en un mundo donde lo políticamente correcto, a veces, nos obliga a tomar la peor decisión.
La frase de Mike DiAngelo, el policía más eficaz de la comisaría del Jersey, lo aclara todo cuando Jablonski, otro policía dice que tienen que avisar:
Está muerto. No puedes hacer nada por él. ¿Has ido allí? ¿Has visto qué hay en esa cuneta? Te van a crucificar por esto. Todos vamos a pagar por esto. Entiendes lo que digo, ¿no?
David Lyons interpreta con inteligencia a este policía cuya labor policial tiene tantos grises y sombras como éxito. No dice que hay un negro en la cuneta, ya el espectador lo sabe, pero su frase “¿Has visto qué hay en esa cuneta? Te van a crucificar por esto.” Deja claro lo que piensan todos, nadie va a dar la razón a un policía blanco (la cifra asciende a medida que se acrecienta el conflicto) que ha atropellado a un negro.
El debate ético es aún más fuerte cuando más adelante Raúl, uno de los policías involucrados aclara a Jablonski lo que está en juego, en especial porque Raúl es de ascendencia hispana. Jablonski le dice que van a ir a la cárcel por un simple accidente y Raúl le aclara:
¿Un crío negro y un poli blanco? ¿No ves las noticias? Ya no existen jodidos accidentes y lo sabes.
Quizás de lo más interesante en la ficción no es contar una historia, sino contarla haciendo que nuestros prejuicios y dogmas más afianzados se vean sometidos a la picota. Y aquí lo que todos damos por evidente no lo es tanto, porque nos obliga a preguntarnos qué habría pasado si lo políticamente correcto no marcara las decisiones de todos los involucrados, incluso los personajes positivos.
Cuando vemos la insistencia de la fiscal por incluir el delito de crimen racial, sabiendo nosotros los espectadores que ha sido un accidente, nos sentimos igual de molestos con ella que con los policías que han ocultado la verdad; y eso nos incomoda, porque sabemos que tiene la razón en investigar y aclarar lo sucedido, pero no en hacer bandera de sus prejuicios en el trabajo.
Porque lo que importa en Seven Seconds es lo que dirán los otros. Las decisiones de los personajes están marcadas por lo que copa los medios, lo que mueve a la opinión pública, sea verdad, sea mentira o sea post-verdad. Y la historia están contada sin personajes positivos, más bien una caterva de gente abrumada por problemas y prejuicios propios que se acrecientan o disminuyen mientras vemos el uso tan eficaz que hacen de los vasos comunicantes con los movimientos de cámara.
Seven Seconds, es sin duda una buena serie para tener en cuenta.