Una deuda de honor (Consejo sobre el oficio de escribir)

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blankPor Dorothea Brande

Pues bien, esto es muy importante, y no puede subrayarse lo suficiente: ¡has decidido escribir a las cuatro de la tarde y a las cuatro de la tarde tienes que escribir! No hay excusa que valga. Si a las cuatro de la tarde descubres que estás inmerso en una conversación, deberás pedir disculpas y mantener tu cita contigo mismo. Ese acuerdo al que has llegado es una deuda de honor, y ha de ser saldada escrupulosamente; te has dado tu palabra, y no puedes desdecirte. Si a esa hora tienes que salir escalando sobre las cabezas de tus amigos, no tengas piedad; en próximas ocasiones descubrirás que has procurado no verte atrapado de nuevo en un dilema así. Si para conseguir la soledad necesaria has de encerrarte en un baño, hazlo, apóyate en la pared, y escribe. Escribe como escribes por las mañanas: cualquier cosa. Escribe con sentido o escribe insensateces, rimas o verso libre; escribe lo que opines de tu jefe, de tu secretaria, o de tu profesor; escribe una sinopsis o un fragmento o un diálogo, o la descripción de alguien en quien te hayas fijado hace poco. Por vacilante o somera que sea la escritura, escribe. Si no te queda otro remedio, puedes escribir «este ejercicio me está pareciendo muy difícil», y explicar las razones por las que te parece que lo es. Varía ese lamento cada día, hasta que haya dejado de ser cierto.

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