Aftershock. Acción física y emotiva

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blankUna de las lecciones más importantes que aprendemos cuando se estudia el cine como creación es quitarse de encima los tópicos. De ellos los más elementales son cuando de forma general hablamos de cine de acción o cine de entretenimiento, dos conceptos cuyo uso tradicional en el séptimo arte no tienen ninguna lógica.

El cine de acción es todo el cine. Unos son predominantemente de acción física, como Die Hard o Rocky, y otros son de forma preponderante de acción emotiva o dramática, como Cinema Paradiso, The Pianist o Aftershock (Tang shan da di zhen), la película de la que quiero comentarte algo hoy.

Como en casi toda creación artística, tomar la parte por el todo es un error, porque en Rocky y Die Hard hay acción emotiva y en The Pianist y Cinema Paradiso encontramos acción física. Lo importante para un creador (aquí me pongo en la piel de lo que sé que es inventar universos que no existen), es cómo hacemos, como directores, novelistas, guionistas, dramaturgos, para relacionar ambas con eficacia de forma que podamos convencer al público.

Y el público es subjetivo, dispar, contradictorio y universalmente distinto. No existe divertimento para unos si todo es drama, no lo existe para otros si es todo acción física; y hay unos terceros que nos da igual uno u otro, porque nos divertimos sólo si nos creemos la historia, sea emotiva o física.

El filme chino de 2010 que se titula Aftershockes un gran ejemplo de cómo conjugar ambos conceptos. El director Feng Xiaogang toma una familia (padre, madre, hijo, hija) y a partir de un hecho real, el terremoto de Tangshan, en China en 1976, crea una historia de cómo ese seísmo afectó a sus miembros.

Atención, intentaré no hacer destripe, pero algo que ya está en la sinopsis y los avances, se me escapará.

En medio del caos que produce este fenómeno natural de 1976, una madre tiene que resolver si deja vivir a su hijo o a su hija que están atrapados bajo los escombros. Aunque su amor de madre y su sentido común le impide tomar una decisión, la cuestión es que, si no actúa, si no intenta salvar al que elija, los verá morir a los dos.

El impacto de esta primera dicotomía imposible ya nos avisa de lo que vamos a encontrarnos en el argumento que presenta Aftershock. Tras la solución de esta cruel, pero necesaria, escena la vida de todos los personajes de la historia se verá transformada de forma radical.

Entre tantas virtudes que podríamos encontrar, estamos ante una película de actuaciones puras, con una alta carga dramática, sin artificios técnicos ni argumentales, donde lo que importa es el lado humano, allí donde las decisiones importan.

¡Cuidado!, las escenas referentes al terremoto, el cruel fenómeno que cambia todas las vidas del filme, son muy sobrecogedoras. Los efectos especiales de esas imágenes no tienen nada que envidiar a los mejores que han ganado grandes premios internacionales en festivales muy prestigiosos. Los efectos especiales, por tanto, son de una espectacularidad y una verosimilitud que perturban y de una calidad de primer nivel.

Pero insistimos, lo que en verdad importa es el ejercicio dramático, la acción emotiva, esa que nos lleva de la mano de todos los personajes que se ven obligados a la reconstrucción de sus vidas tras la tragedia, y donde deben enfrentarse a las decisiones que cada uno de ellos tomó o tuvo que vivir después de que otros tomaran otras decisiones que los afectaron.

Si me preguntaran el tema de esta inmensa película no podría definirlo de un tirón. Aftershock aborda el amor de pareja y filial, la fortaleza o debilidad de los lazos familiares, el sufrimiento psicológico a los que a veces nos vemos sometidos tras decisiones que nos vemos obligados a tomar, la fidelidad, la culpa, el perdón, y seguro algo que se nos queda.

A nivel personal, y esto es subjetivo, el filme me dio varios revolcones emocionales cuando menos los esperaba; es conmovedora, apasionante, llena de situaciones y conflictos humanos que nos dejan con la boca abierta y que, esperamos que nunca tengamos que vivir. Recibí varias bofetadas dramáticas y me emocioné hasta las lágrimas en varias escenas y diálogos.

Si tuviera que escoger de todos los temas de Aftershock, allí donde más turbado e impactado quedé, sería quizás, en como logra plasmar con tanto poder dramático y emotivo la aspereza de algunas decisiones imposibles que a veces debemos tomar como seres humanos y cómo estas nos pueden apesadumbrar para toda la vida.

Este filme, por motivos que uno puede sospechar, dado su procedencia y sus productores (algo que no podemos asegurar), pasó bastante inadvertida fuera de Asia. Sin embargo, ganó allí varios premios a la Mejor Película y Mejor Actor en la cuarta edición anual de los Asia Pacific Screen Awards. Y el China Daily, si bien no es el diario más fiable en términos políticos, aunque respeta algo al arte, colocó la película en su lista de las diez mejores películas chinas de 2010.

Si eres de los que creen que el cine es sólo para divertirse, y que ya la vida es suficientemente dura como ir a sufrir al cine, mejor ni entres a esta historia. Aquí lo que quieren es que reflexiones, no sólo que disfrutes. ¡Y vaya si disfrutamos y reflexionamos! Lo hacemos en situaciones que, probablemente, en el cine occidental, abordaríamos de mil maneras diferentes, mejores o peores, pero encarar desde el punto de vista compasivo de este filme, cuestiones como el amor, el dolor, la culpa y el perdón, nos costaría más. Quizás porque tenemos culturas dispares, y vemos la vida, en general, de formas divergentes, aunque busquemos todos lo mismo: la felicidad.

En cualquier caso, un gran filme y muy recomendable.

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