La justicia no siempre es un criterio valorativo de la verdad. Una sentencia de cualquier tribunal puede estar ajustada a derecho y no por ello tiene que ser necesariamente la verdad ni tampoco tiene por qué ser del gusto de todos o ampliamente aceptada por estamentos políticos y sociales.
El caso del Juez Baltasar Garzón es quizás un buen ejemplo de ello. No tengo la más mínima simpatía por organizaciones que puedan tener un halo fascista o algo que se le parezca como acusan algunos al sindicato Manos limpias. Pero me molesta tener que aclararlo porque enseguida algunos me acusarían de estar de acuerdo con este tipo de organizaciones si no defiendo al Juez Garzón por encima de todo. Por tanto, no me voy a atrever a juzgar la ideología ni las intenciones de este grupo ni de Falange española a la hora de presentar una denuncia contra el juez más famoso de España.
Tampoco voy a juzgar ni comentar el afán de protagonismo que se le achaca al Juez Garzón ni su pasado lleno inconsistencias políticas o situaciones espinosas, según unos, o su magnífica labor como juez, según otros.
La cruda realidad, la cruda y certera realidad es que, lo que muchos consideran un buen juez está siendo llevado ante la justica por intentar aplicar justicia violándola a su vez. Garzón ha intentado juzgar algo que está fuera de su competencia y ha grabado, sin tener motivos legales para ello, la conversación entre un imputado y su abogado.
Esta es la verdad judicial, la que contempla y enjuicia un hecho, o dos concretos, de la actuación de un juez.
Si las intenciones de los querellantes es inhabilitar al juez o sus intenciones son políticas para evitar que se investigue el pasado de algunos represaliados por una dictadura, es algo que me escuece, me molesta y me irrita, pero si el juez Garzón, que tampoco es santo de mi devoción, no fue capaz de ver que su actuación no se ajustaba a la ley actual, le dio argumentos sobrantes a los querellantes para llevarlo ante la justicia.
Se puede odiar a los querellantes, con o sin motivos reales, y se puede amar o no al juez, con o sin argumentos, pero la realidad es esa: el juez ha violado la ley para aplicarla, incluso cuando le advirtieron legalmente que no tenía competencias para ello, lo cual, no dice mucho de su calidad como juez.
Lo que no entenderé es que haya personas que nieguen el proceso que se le aplica al juez por cuestiones morales.
En el capítulo 18 de la serie The Good Wife (Doubt), que retrata algunos aspectos interesantes del sistema judicial norteamericano, una muchacha está acusada de asesinar por celos a su compañera de piso en la universidad. Lo llamativo de este capítulo es que un experto en balística demuestra que no hubo asesinato pero el jurado popular que la juzga tiene dudas. Ante la posible condena, la muchacha, aunque es inocente, decide pactar con la parte acusadora para declararse culpable, con el fin de que le otorguen menos años que si el jurado la encuentra culpable. No contaré más por si alguien quiere verlo pero es descorazonador ver lo que sucede al final.
Lo que queda claro es que no siempre es moral lo que sentencia la justicia. Y si moralmente el juez Garzón tiene un pasado brillante, y Manos limpias o Falange española no lo tienen –en lo cual podemos estar de acuerdo muchos– ello no impide que el juez sea imputado por haberse extralimitado en sus funciones ni que Manos limpias o Falange española tenga derechos como cualquier otra organización de hacer un uso legal de la justicia.
En esto es necesario que los que ponen el grito en el cielo por Manos limpias o Falange española (esta última detestable para mi gusto) sean igual de gritones cuando vean a Santiago Carrillo –con un pasado comunista y no menos reprochable y manchado de sangre– elevarse como juez moral de la sociedad española actual o que critiquen con igual énfasis a los grupos ultraizquierdistas cuando rompen vidrieras, queman coches o justifican la violencia de ETA. En esto callan, pero está claro que en España si no eres de izquierdas, algunos pretenden que no tengas los mismos derechos que los que sí lo son.
¡Hola Hector! «Chapó» Por el artículo sobre Garzón.
Yo me pregunto, ¿tan dificil es comprender que el que se pase de la Ley, sea juzgado? ¿o acaso este colectivo es intocable? Para mí el que la haga que la pague, sea quien sea. Un saludo