Ser cubano y vivir fuera de Cuba implica siempre tener que responder a una pregunta que te hacen adonde quiera que vayas: ¿cómo es que ha durado tanto ese viejo en el poder? La referencia, es por supuesto, para el amado líder del Big Brother caribeño. Y yo siempre, inevitablemente, levanto los hombros con pocos deseos de responder o me remito a algún dictador del país de origen del que me pregunta: “pues por lo mismo que duró Franco”, lanzo con escasas ganas de seguir con esa conversación.
En realidad es muy difícil explicar en pocas palabras el por qué una dictadura, o una autocracia, se mantiene por muchos años. La mezcla de miedo y fanatismo, la utópica y atrayente búsqueda de un interés colectivo por encima de los individuales, todo es una argamasa que termina por anular la voluntad de los convencidos o disidentes.
Recién he visto la película La Ola. A los que quieren saber por qué empieza una dictadura y qué mecanismos internos la sostienen deberían sentarse a verla con paciencia y atención. La historia se centra en un profesor de un instituto alemán al que en un proyecto de semana le ha tocado explicar a sus alumnos el tema de la autocracia. Ante la afirmación de uno de sus alumnos de la imposibilidad de una dictadura como la del Tercer Reich en la actualidad, el profesor inicia un experimento de imponer una férrea disciplina a sus alumnos y obligarlos a buscar un objetivo común. Los alumnos, lejos de molestarse, se involucran con ganas en el proyecto creando un movimiento llamado La Ola, que se sale del aula y se extiende a toda la escuela.
Es una película exquisita, basada en un hecho real realizado por el profesor de historia de un instituto de Estados Unidos, llamado Ron Jones, que lo hizo con sus alumnos. El experimento de Jones derivó en lo que describe la película: se anuló la voluntad individual de los alumnos que buscaron un objetivo común al margen de la disciplina del centro, crearon su propio uniforme, su página web, su propio saludo. Limitaron el acceso a algunas actividades del grupo a quiénes no eran de La Ola, se crearon grupos dentro del experimento que eran imposibles fuera de él, los disidentes fueron aislados, los miembros empezaron a desconfiar entre sí aunque no se atrevían a decirlo públicamente. ¿Les recuerda algo? Sí, se creó una dictadura, o autocracia, que fue el tema con el que empezó la clase.
¿Por qué sucedió esto? La ciencia ha intentado darle explicación a estos casos de obediencia extrema y la verdad es que no se termina de comprender del todo. Desde la llamada psicología de masas hasta el síndrome de Estocolmo, todo tiene una implicación en los fundamentos de esta lacra social.
La Ola me recordó cuando decidí ser libre dentro de la dictadura de la isla del doctor Castro. El primer paso fue no votar en las falsas elecciones cubanas. Se me echaron encima mis familiares y las personas que estaban obligadas a estar en el colegio electoral. No hizo falta un policía con una porra, ni tres días en prisión para presionarme. Simplemente una comisión del colegio electoral enviada a mi casa porque era el único que faltaba por ejercer mi voto y no podían cerrar el colegio antes de tiempo (es lo que quieren todos), y tus familiares rogando o exigiendo que lo hagas por ellos.
La película refleja con exactitud todo lo que se gesta en una dictadura: los partidarios, los disidentes que son alejados del grupo o reprimidos, el uso del talento personal en función del interés colectivo o su ocultamiento si no sirve para ello, la manipulación del deporte como medio de movilización de las masas (recordemos, “pan y circo”), el seguimiento extremo, y sin oposición, de los discursos y los preceptos del líder; todo está ahí, en éste experimento que es La Ola y que es sólo eso, un experimento que al profesor de la ficción se le fue de las manos, y que al verdadero profesor Ron Jones se le obligó a terminar. Por desgracia los experimentos de dictaduras en la vida real nadie obliga al dictador a concluirlos a menos que sea por la fuerza.
Sitio oficial de Ron Jones http://www.ronjoneswriter.com/