Dudar para llegar a la verdad

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blankSiempre sabemos que la verdad es un término de gran subjetividad. Un hecho ocurre –ejemplo, el dedo corazón en alto de Aznar (peineta le llaman) a un grupo de ultras, de lo cual pocos dudan– porque es verdad, pero dos personas ven el suceso a través del tamiz de su visión personal, educación, ideología propia. Por eso vemos que hay quienes defienden la peineta y otros la critican sin paliativos.

Por este motivo la verdad queda muchas veces desprestigiada cuando pasa el tiempo. Hoy en día pocos dudan de que España haya participado en la guerra de Irak cuando nunca estuvo o aseguran que el bloqueo de Estados Unidos es el culpable de la miseria de Cuba cuando Cuba comercia sin penas extranjeras con más de 80 naciones.

Si alguien repite una mentira muchas veces, la mezcla un poco con la verdad y consigue convencer a 4 para que hagan una manifestación o que desde algún organismo oficial le presten la debida atención para repetir sus tesis, la mentira termina por ser una verdad indiscutible.

Ni recuerdo la de veces que he escuchado que una mujer en España cobra hasta un 27 % menos que un hombre en el mismo puesto. Nunca lo había visto en mi corta vida laboral en este bello país pero jamás dudé que habría puestos donde sucediera.

Hoy me despierto con la noticia de que la Federación Estatal Unión de Separados (es curioso, una organización a la que pertenecen tanto hombres como mujeres) viene ofreciendo desde hace cuatro años un premio de 4000 euros «a quien demuestre que las mujeres ganan entre un 27% y un 40% menos que los hombres» en España.

Enviaron la convocatoria a toda la prensa española y ha estado en la web de la federación (http://www.unionpadresseparados.com/labor.html) durante los últimos 4 años sin que nadie haya optado por él.

Me asaltan varias dudas. ¿No hay nadie tan necesitado en este país que quiera esos 4000 euros con tanto dato cierto sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres? ¿O es que nadie ha podido aportar pruebas de esa verdad absoluta?

Ya sabemos que para llegar a la verdad generalmente hay que tener un cierto criterio de independencia que impida que nos engañen con consignas que acaricien los oídos.

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