Uno de los preceptos más absurdos de la esquizofrenia socialista es la obsesión por hacer progresar y justificar ideológicamente algo inamovible sobre la base de irracionales pretextos intelectuales. He pasado por varios textos de investigadores cubanos que intentan, desde Cuba y con bula del sistema comunista, buscar los principios, secuelas y soluciones de las manifestaciones del 11 de julio en la isla.
Hay que reconocerles, esto es verdad, el intento de desbrozar el marabú porque sí, es difícil decir lo que se cree desde instancias cubanas si ello implica una crítica abierta al sistema y al gobierno, pero a la vez es turbador cómo dan vueltas al arbusto espinoso sin atreverse a meterles el machete.
Y como yo sí tengo libertad para expresarme, y la intenté tener estando también dentro, voy a intentar aportar algunos preceptos de lo que he aprendido sobre estos criterios vacíos sobre la nada que intentan lavar la fachada de un edificio que se derrumba.
Dice una regla básica de la psicología que para encontrar una solución a un problema hay que determinar el mal que le dio inicio. El gran reto es diagnosticar bien para corregir correctamente, porque un mal diagnóstico no aporta la solución; o podría aferrarnos a la incorrecta que, a la larga, podría demorar el procedimiento de enmendar el mal, o peor, enquistar el problema.
Este es el conflicto de las ciencias sociales al servicio de la dictadura cubana, y ya, que estamos, de cualquier dictadura. La mayoría (que no todos, es cierto) de los investigadores, economistas, sociólogos, pensadores cubanos que intentan cooperar al cambio desde dentro jamás podrán aportar un mínimo ajuste correcto, porque sus análisis, por regla general, olvidan lo esencial, la misma existencia del problema.
Primero a través del lenguaje, obtuso y lleno de disimulados rodeos y ambigüedades para no decir lo fundamental. Es valerse de un meta-esto y meta-aquello y analogías sin sentido para nombrar a los disidentes, a la dictadura o al comunismo mismo cuando se le critica; toda una metatranca estúpida y sin sentido para no llamar a las cosas por su nombre.
Pero la palabra es apenas la superficie del océano, no es siquiera el verdadero problema, porque basta con conocer un poco el idioma español o tener algo de curiosidad intelectual para enterarte del mensaje que pretenden colar. Lo peor es esa esquizofrenia senil por intentar demostrar, a través de esa metanada, que lo que se debe cambiar no es la dictadura misma, es decir el problema, sino lo que ellos llaman “el discurso hegemónico” a través de “políticas públicas diferenciadas” orientadas a conquistar “grupos de riesgo”, otro eufemismo para no llamar por su nombre a todos los discrepantes contra el gobierno.
Vamos a pensarlo un poquito, lo que proponen es que la dictadura comunista cubana, la misma que lleva 60 años empobreciendo a la isla con medidas verticales y planes alejados del mercado, que impide las opiniones divergentes porque ponen en peligro sus privilegios y supervivencia, que oprime las ideas discrepantes, censura libros, artistas e ideologías, y encarcela opositores, proponen, repito, que esa dictadura cree un discurso específico, más allá de su imperio de ordeno y mando para “ampliar las condiciones del consenso y reconstruir el discurso hegemónico”. Es decir, que la dictadura reconstruya verticalmente, desde arriba, un “nuevo socialismo incluyente”.
Les pongo un ejemplo de cómo estos “científicos sociales” utilizan su metatranca para explicar lo que ha sido estos 60 años de dictadura. Perdón, 62 años, que lo del redondeo le quita dos años de angustia a la gente que la sufre.
Aquí va el ejemplo:
Esta evolución de la estructura social no ha estado acompañada de un desarrollo sostenido o de un patrón igualitario sustentable, sino de la alternancia de situaciones de crisis y de recuperación económica. Ello ha implicado la necesidad de una nueva estrategia socialista, basada en la emergencia de un nuevo modelo de desarrollo económico y social “con mercado” y el paso a un patrón de mayor desigualdad, en parte compensado con políticas de equidad.[1]
¿Entienden lo que digo de dar vueltas al arbusto sin atreverse a meterse? El problema de estos “pensadores” es justamente ese: hablar de la metanada, expresarse en metatranca sin decir algo productivo, buscando diagnosticar una entelequia, en aras de justificar lo injustificable.
Esto lo he expresado y escrito alguna que otra vez, pero no está mal repetirlo: cualquier medida que se aplique, cualquier cambio producido en las actuales circunstancias de Cuba no solucionarán absolutamente nada porque el principal problema, por más que repitan lo contrario estos “artistas y científicos sociales” no son las instituciones, no son los funcionarios, no son las políticas hegemónicas ni los acomodos burocráticos ni mil y un eufemismos que se inventan para describir la realidad de la isla. El problema se llama el gobierno, la dictadura, el mismo estado actual; un sistema caduco, putrefacto y represor que jamás podrá aportar solución a un problema que ellos mismos crean y no saben diagnosticar.
En cualquier país con democracia representativa, que a falta de una mejor que no se ha inventado, es el menos malo de los sistemas posibles, desde que un niño tiene uso de razón escucha a sus familiares, amigos, y gente variada que le rodea, en la radio, los diarios, la televisión, hablando sin tapujos ni miedos, haciendo crítica de todo tipo ideología y color al gobierno existente. Desde niños los ciudadanos de estos países, incluso de aquellas naciones que aún están en la mitad de ese desarrollo pleno de las instituciones democráticas, saben que el presidente que les dirige, el gobierno que está en la cúpula de la gestión, es alguien que han puesto sus padres, tíos y abuelos, y que ellos podrán decidir si lo mantienen o lo desalojan en esa cima de la gestión a través de elecciones libres.
Los ciudadanos de un país con democracia representativa, saben desde niños que quien los dirige es transitorio, alguien a quien se le ha dado temporalmente la tarea de gestionar los recursos que son de todos, y está obligado a rendir cuentas en el congreso de lo que hace con esos recursos donde tiene opositores que le exigen balances y encargos que deben ser realizados para que funcione mínimamente el país al que representan. Y sí, existen malos gestores, políticos que roban o que usan mal los recursos, pero por cada uno que sale a la luz en una democracia hay decenas que nunca conoces en una dictadura comunista, o cualquiera otra dictadura.
Así que dejémonos de tocar las hojas con la metatranca y cojamos al rábano por la raíz.
Lo que pretenden muchos de estos “artistas y científicos sociales” que no son más que intelectuales del sistema que dan vueltas al marabú, es presentar un imposible: que una dictadura se autoinmole para dar cabida a los que la ven como un estorbo. Esa idea de: “un socialismo como dos proyectos diferentes: un proyecto nacional, invariante, de independencia, soberanía y autodeterminación del Estado nación cubano; y un proyecto de sociedad, variable, de inspiración socialista”[2], toda esta verborrea sobre la nada es un invento macabro que esconde la realidad: una dictadura que impide todo impulso fuera de su proyecto comunista.
Lo que eufemísticamente pretenden (espero que eso pretendan o no entiendo nada esas entelequias de metatranca) pero que nunca lograrán se llama democracia: ese lugar común donde hay socialdemócratas de múltiples tendencias, conservadores de todo tipo de partidos y multitud de asociaciones, grupos no gubernamentales, cofradías que agrupan a tantos ciudadanos como compartan el ideario de dichos grupos o aquellos a los que logren convencer de que sus políticas son las adecuadas para que mejore el país. Y todas, absolutamente todas las ideas predominantes de esa sociedad, están tirándose los trapos sucios en la sociedad civil de ese país, porque el consenso nace de la discrepancia de múltiples doctrinas no de la imposición de una doctrina de la que nadie debe discrepar; y si discrepas, vas a la cárcel o al ostracismo.
[1] Julio César Guanche, «Del socialismo de Estado a la República socialista. Entrevista con Juan Valdés Paz», La Cosa, agosto 10, 2021, https://jcguanche.wordpress.com/2021/08/10/del-socialismo-de-estado-a-la-republica-socialista-entrevista-con-juan-valdes-paz/.
[2] Ibid.