¿Qué es la libertad?

blank

blank Escuchaba a un millonario exactor alabando la magnífica libertad que existe en una dictadura del Caribe. ¿Qué es la libertad?, me pregunté mientras lo escuchaba negando la libertad fuera de ese estado totalitario. ¿Qué es la libertad?

Porque nadie es libre, según él, si está conectado a sus Smartphones. Porque la libertad es, dice: “una emoción y un pensamiento desde un marco de referencia que tú vives”. Me ha hecho reflexionar. ¿Qué es la libertad?

No es el único. Existe una pléyade de artistas e intelectuales que, para negar al capitalismo del que se nutren, marcan en positivo a los tiranos que pintan de rojo sus crímenes. El corazón de izquierdas en La Habana y la chequera capitalista en Hollywood o la Puerta de Alcalá. ¿Qué es la libertad? Si la libertad fuera sólo esa “una emoción y pensamiento desde un marco de referencia que tú vives”, puedes sentirte esclavo rodeado de libertad por todas partes, esto es cierto; pero también puedes creerte libre desde el fondo de una cueva oscura. ¿Qué nos hace libres? ¿Un estado mental? ¿Una circunstancia?

Una vez, con 30 años, la asociación de artistas a la que pertenecí se enfrentó a una decisión política que le afectaba. Apasionado y con lujo de detalles se lo conté a un amigo que venía desde otro país porque él era escritor y yo representaba sus intereses en la asociación. “Amplía tu mirada”, me dijo.

Desilusionado, no lo entendí entonces, pero hoy, alejado por siglos alegóricos de opiniones y aprendizajes, entiendo lo que me dijo. Yo me creía libre, pero no lo era. Porque emocionalmente tenía la mayor libertad del mundo; con un grillete en el tobillo.

Porque sí, puedes sentirte libre en un imperio sin libertad. Enfrentas cientos de batallas que parecen reales, pero son las que te permiten, no las que naturalmente te afectan como ser humano. Los grandes totalitarios saben cómo guiar tu lucha por la sede de un evento, la publicación de un libro o la importancia de unas latas de carne mientras te cierran puertas a decidir al dueño de tu presente y destino.

En el Libro VII de La República, el filósofo Platón explica a Glaucón los fundamentos de la caverna. ¿Recuerdan? Allí donde presenta aquel lugar oscuro donde viven hombres en penumbras obligados a mirar las sombras que produce una fuente de luz detrás. Dice Platón:

Que se desligue a uno de estos cautivos, que se le fuerce de repente a levantarse, a volver la cabeza, a marchar y mirar del lado de la luz; hará todas estas cosas con un trabajo increíble; la luz le ofenderá a los ojos, y el alucinamiento que habrá de causarle le impedirá distinguir los objetos cuyas sombras veía antes. ¿Qué crees que respondería si se le dijese que hasta entonces sólo había visto fantasmas y que ahora tenía delante de su vista objetos más reales y más aproximados a la verdad? Si en seguida se le muestran las cosas a medida que se vayan presentando y a fuerza de preguntas se le obliga a decir lo que son, ¿no se le pondrá en el mayor conflicto y no estará él mismo persuadido de que lo que veía antes era más real que lo que ahora se le muestra? Y si se le obligase a mirar la luz misma, ¿no sentiría dolor en los ojos? ¿No volvería la vista para mirar a las sombras, en las que se fija sin esfuerzo? ¿No creería hallar en éstas más distinción y claridad que en todo lo que ahora se le muestra? Si después se le saca de allí a la fuerza y se le lleva por el sendero áspero y escarpado hasta encontrar la claridad del sol, ¿qué suplicio sería para él verse arrastrado de esa manera? ¡Cómo se enfurecería!

Si este hombre volviera de nuevo a su prisión para ocupar su antiguo puesto, al dejar de forma repentina la luz del sol, ¿no se le llenarían los ojos de tinieblas?

Y si cuando no distingue aún nada, antes de que sus ojos hayan recobrado su aptitud, lo que no podría suceder en poco tiempo, tuviese precisión de discutir con los otros prisioneros sobre estas sombras, ¿no daría lugar a que éstos se rieran, diciendo que por haber salido de la caverna se le habían estropeado los ojos, y no añadirían, además, que sería para ellos una locura el intentar semejante ascensión, y que si alguno intentara desatarlos y hacerlos subir sería preciso cogerle y matarle?[1]

Fijen esa idea, aquel lugar donde viven esclavos de las penumbras que, de tanto mirar las sombras que produce una fuente de luz detrás, terminan por negar la luz cuando les ciega. Es la metáfora perfecta de aquellos que, sintiéndose asustados por la libertad (por cierto, la única que existe), libertad que nunca han tenido o la temen tras vivirla, la niegan con denuedo; para terminar, amando y protegiendo la esclavitud en la que viven.

Porque se puede ser libre emocionalmente en un estado de esclavitud, es absurdo negarlo. Se puede gritar contra viento y marea en un susurro que apenas se escucha, pero estar en paz por haber balbuceado. La reflexión correcta sería si las batallas que crees librar en esa libertad con adjetivos son la libertad misma o una caverna creada por otros que te esconden la luz. Te entretienen debatiendo por las siluetas que produce la luz que te disimulan.

Y luego, ¿qué pasa si descubres la luz, pero no puedes debatir sobre ella? Sí, puedes sentirte libre porque conoces la fuente real de la vida y hasta participas de ella, pero no serás libre mientras tus vecinos de caverna siguen ciegos por las penumbras. ¿De qué te sirve saber la verdad y no expresarla? ¿Cómo puedes ser libre y feliz sabiendo la verdad y callarla a tus vecinos? ¿Y cómo eres libre si al expresarla te enmudecen y te agreden?

No olvides la regla: La libertad es real cuando, teniéndola para expresar aquello en lo que crees, luchas para que pueda expresarse libremente aquello en lo que no crees.

Si un grupo de seres está obligado toda su vida a mirar la pared de una caverna es casi imposible que alguien les haga creer que, detrás, existe una verdad diferente a la pared que de forma incesante miran. Y tu supuesta libertad emocional no sirve de nada si otro carece de libertad verdadera. Tanto se ha potenciado esa emocionalidad contra la inteligencia tradicional que padecemos grandiosos e ignorantes abrazadores de mascotas que no saben diferenciar la luz de las sombras o prefieren escoger el panfleto que les reafirma, negando la verdad que expresan otros.

Persisto en la idea: por negar la libertad, la única que existe, aman la esclavitud en la que viven.

¿Qué es la libertad? ¿Eres de verdad libre? ¿Puedes elegir de manera responsable tu manera de actuar dentro de la sociedad en que vives? ¿Tu estado o condición no está sometido a la voluntad de otro, ni está constreñido por una obligación, deber o disciplina fabricada? ¿Tienes el derecho de valor superior que asegura la libre determinación de tu destino? ¿Tienes libertad para crear centros docentes o escoger entre los que existen y ejercer en ellos la actividad educativa conforme a tu ideario? ¿Tienes derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o informaciones? ¿Tienes derecho a publicar o hacer publicar cuanto quieras, sin previa censura, con sujeción a leyes naturales? ¿Tienes facultad de emitir o recibir información por cualquier medio de difusión, sin previa censura gubernativa? ¿Tienes derecho a organizar partidos, sindicatos, asociaciones de todo tipo de ideologías y a afiliarte al que desees? En resumidas cuentas, ¿tienes capacidad humana de actuar por voluntad propia?

Dejémonos de relatos emocionales sobre siluetas que produce la luz y luchemos por la libertad de salir, nosotros y los demás, de la caverna. Lo demás es ilusión, muy bella, pero ilusión.

[1] Platón & Azcárate, P. (1946). Obras completas. Buenos Aires: Anaconda.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *