Enterándome siempre tarde de muchas cosas, logro asistir a este fragmento de la biografía autorizada de Paulo Coelho donde el autor se coloca contra la dictadura cubana. No sé si por intereses económicos o comerciales; aunque prefiero creer que de verdad odia las dictaduras (lo que parece consecuente con su origen). La realidad es que todo el suceso engrandece su figura. Aquí la dejo:
El propio Paulo se sorprendió al ver en la película Guantanamera, del director cubano Tomás Gutiérrez Alea, que el protagonista llevaba, en el largo viaje que hacía a través de la isla para enterrar a un pariente, un ejemplar de El Alquimista. Como sus libros no se publican en Cuba, buscó y descubrió que se trataba de la edición española, vendida en el mercado negro por la astronómica cantidad de cuarenta dólares. «No dudé en ponerme en contacto con Cuba y ceder los derechos de autor sin recibir ni un céntimo –reveló después a los periódicos– para que los libros pudieran editarse allí a precios menores y que más gente tuviera acceso a ellos.»
En una demostración de que la falta de educación no tiene color ideológico, en 2007 Paulo sería víctima de una grosería gratuita por parte del ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, responsable de la organización de la Feria del Libro de La Habana. «Con Paulo Coelho tenemos un problema –declaró Prieto a un grupo de periodistas extranjeros–. Aunque es un amigo de Cuba y está en contra del bloqueo, no podía invitarlo, no podía desprestigiar la feria.» Como ya no se calla ante los agravios, el escritor se la devolvió en su blog de Internet con un artículo de seis párrafos inmediatamente reproducido por el diario El Nuevo Herald, el periódico en lengua española más importante publicado en Miami, la meca del anticastrismo: «No me sorprenden nada esas declaraciones –escribió–. Gente que antes luchó por la libertad y la justicia, una vez mordidas por la mosca del poder, se convierten en opresores.»
Tomado de: Morais, Fernando,El mago, Planeta-HarperCollins, Estados Unidos, 2008.
Respuesta completa de Paulo Coelho
El Señor Ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto, se reunió en este pasado sábado con la Sociedad de los Escritores Chilenos. En esta ocasión, mientras promovía la Feria de Libro de Cuba, se tomó el trabajo de soltar la siguiente perla de sabiduría: “Con Paulo Coelho tenemos un problema. Aunque es un amigo de Cuba y está en contra del bloqueo, no podía invitarlo, no podía desprestigiar la feria”.
En primer lugar, me gustaría decir lo siguiente: que ya fui varias veces invitado para participar de la Feria del Libro de Habana. Siempre rechacé la invitación porque, mismo siendo amigo de Cuba y contrario al bloqueo naval americano que penaliza el pueblo, tampoco estoy de acuerdo con el sistema político instaurado. De esta manera evito un problema para el ilustre Ministro de Cultura.
Pero me gustaría recordar lo siguiente: teniendo una inmensa cantidad de lectores en esta isla, el comentario del Ministro de Cultura es típico de cualquiera eminencia fascista: o sea, que el pueblo no sabe escoger.
El Ministro de la Cultura debe ignorar que cedí gratuitamente los derechos autorales de TODOS mis libros, para que puedan ser impresos en Cuba y de esta manera colaborar para los bajos precios –tan propagados por el Señor Ministro– y para la democratización de la cultura.
En fin, no me sorprenden nada esas declaraciones. Gente que antes luchó por la libertad y la justicia, una vez mordidas por la mosca del poder, se convierten en opresores. George Orwell ya escribió sobre este tema hace varias décadas.
Señor Ministro no se preocupe. El prestigio de la feria depende de los lectores, que tienen mis libros en venta allí, con los derechos cedidos por mí –aunque es posible que esta carta abierta termine colocando mis libros en el índice de los libros prohibidos. Y finalmente, sus palabras, en defensa de una elite cultural, no me sorprenden de ningún modo.
Lo que me sorprendería sería que, en vez de atacarme personalmente y por consiguiente a mis lectores, Usted se hubiera pronunciado con respecto a elecciones libres y democráticas en Cuba.
Paulo Coelho