Oriente Medio. ¿Democracia bajo supervisión de Alá?

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“(…) la democracia es un abuso de la estadística.”

Jorge Luis Borges

blankLas peores notas que obtuve en la universidad cuando intentaba hacerme Historiador las saqué en Historia de África y Medio Oriente. Me considero tan poco conocedor del Oriente que me abstengo mucho de opinar sobre lo que allí sucede. Además, a ello contribuye que lo poco que creemos saber de allí, lo tenemos que olvidar al siguiente mes a causa de los infinitos, imprecisos e imprevistos cambios que allí se generan de un día para otro.

El que ayer era presidente, ahora es exiliado, el que antes guerrillero, ahora presidente, el que antes ministro ahora en la cárcel y el país que se llamaba Nosekestán mañana se llama Ahorasekestán, aunque esto último hace tiempo que no sucede.

Tengo sin embargo un escalón por encima de no pocos occidentales que opinan sobre Oriente. He leído con cierto detalle, El Corán, y algo de literatura y cine de allí he consumido como para saber de qué hablo cuando digo que no es posible (al menos en esta vida) la democracia (como la conocemos) en el Medio Oriente.

Para empezar la democracia, tal y como la conocemos actualmente, es un sistema renovado, circunstancial y al cual se ha llegado como parte del método más utilizado para probar la verdad: prueba y error.

Occidente, desde la esclavitud hasta el capitalismo actual, ha sido tanto probeta o conejillo de Indias, que los infinitos errores, avances y retrocesos temporales que siempre se suceden han hecho progresar más que desandar hasta alcanzar lo que ahora tanto valoramos.

Pero la democracia (originalmente el poder del pueblo) demos (Pueblo) Kratos (Gobierno), es un sistema cambiante, circunstancial, temporal, acomodable a escenarios concretos para poder asimilarla sin violentar los cimientos fundacionales de una nación.

La democracia ya no es exactamente la ley absoluta del pueblo, ese pueblo siempre cambiante y manipulable como demostró Marco Antonio con el pueblo romano en el Julio César de Shakespeare (mejor remitirse a ejemplos ficticios). Hoy en día, los gobiernos democráticos de casi todo Occidente han derivado en un poder desmesurado del Estado que muchas veces toma medidas, incluso contra el poder de una gran mayoría de los ciudadanos.

Por esto es la democracia un sistema de manejo de las leyes siempre mejorable, unas veces replegándose, otras avanzando a tientas, mutando sus leyes en función de la bondad o maldad de aquellos a los que está dirigida: nosotros los hombres. No es la única forma de gobierno ni es la más perfecta, por lo tanto no es tampoco obligatoria.

Occidente ha optado por este sistema, con arreglo a leyes que derivan del Cristianismo, de una doctrina o fe que, a regañadientes, pero inevitablemente, ubica la responsabilidad de su vida en el propio hombre y que ha dejado al hombre el compromiso de gobernarse a sí mismo sin dejar de lado las leyes divinas.

Europa y Estados Unidos han demostrado que la ÚNICA MANERA de que esto suceda es cuando la ley de Dios y la de los hombres no tienen el mismo campo de actuación. Alguna vez estuvieron juntas y se quemaron personas, se les colgaron, se les acusó de brujas, enjuiciándolas bajo el arbitrio de la ley de Dios.

No niego que aún existen tendencias en el credo de la iglesia de Occidente que añora aquellos tiempos, pero es un hecho; por más que quieran algunos, la ley del Dios cristiano y la ley de los hombres, si bien se tocan en muchos aspectos sociales, morales y éticos, no son la misma cosa, y al parecer esto no tiene vuelta atrás. El estado es uno y la religión otra: muy pocos en Occidente están en contra de esta fórmula.

En la mayoría de los países con ley islámica la ley es ley sólo en función de Alá. Si El Corán habla del ojo por ojo y diente por diente, la ley se aplica con irrestricto criterio a semejante salvajada. Por eso vemos hoy en día como se aplica con total aprobación o condescendencia de los propios hombres la famosa ley de la sharia mediante la cual se puede apedrear hasta la muerte a una mujer adúltera.

A diferencia del seno del cristianismo, en el Islam las corrientes que colocan al hombre como centro del mundo y no a Dios, son apenas sectas. De hecho los pocos cristianos que sobreviven en países de mayoría musulmana, son perseguidos, incluso por la propia maquinaria del estado.

La realidad, la única y sencilla realidad es que cuando la ley de Dios está autorizada para hacer cambios efectivos al margen o por encima de la ley, la democracia es imposible.

Por lo tanto, no espero democracia en Medio Oriente, por su propia concepción del mundo y porque la democracia es apenas un modo de organizar la sociedad al que ha llegado Occidente, y que quizás, mañana sea sustituido por otro. No intuyo a visualizar cuál, porque me cuesta imaginar un sistema con menos defectos, al menos de los conocidos hasta ahora. Pero la historia es una gran caja de sorpresas.

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