Damas de Blanco en Cuba: Resistencia blanca

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blankCuando leí por primera vez sobre la resistencia pacífica de Gandhi tenía unos 18 años. Creía que esta forma de enfrentarse a un sistema opresivo no tenía ni el más mínimo fundamento.

Por entonces estaba yo imbuido de la retórica guerrerista del castrosocialismo que ve enemigos en países vecinos, disidentes, opinantes y hasta amigos y partidarios.

La desobediencia civil puede servir, creía yo entonces, para que el sistema al que te enfrentas tenga suficientes elementos de ponerte varios meses al sol, y lo peor es que no hiciste ni haces nada por defenderte.

Conociendo el fin de la resistencia pacífica y la historia posterior de la India, no parece que yo tuviera mucha razón.

Las damas de blanco en Cuba están usando las teorías de Gandhi. No sé si lo hacen de forma consciente o no, pero se están enfrentando a un gobierno nacionalsocialista, con un sistema que impide la opinión propia y lo hacen de forma pacífica.

Son madres, hermanas, hijas, esposas, familiares todas de personas presas por haberse atrevido a usar los medios libres que el gobierno cubano no permite. No son políticas, no se postulan en ningún partido, solo quieren hacer uso de la queja, la única forma posible de hacer algo contra un régimen que impide la reunión, la palabra, los derechos humanos en general.

Su labor de desobediencia civil no les sale gratis. Han sido agredidas, insultadas por personas enviadas por la dictadura para amedrentarlas, hacerlas desistir de su increíble movimiento independiente de lucha por la paz y la libertad. Si no les ha pasado algo más, si no están ya en las mazmorras comunistas, es porque la opinión pública de todo el mundo las conoce.

Saben que están fichadas. Todas saben que sus caras están en las pantallas de algún ordenador –o todos– de los órganos de la seguridad cubana, que lo que hacen les impide ascender, triunfar, lograr algo en su propio país, y que les dejan hacer algo que en cualquier momento les impedirán con cualquier pretexto, pero no les importa.

Hace tiempo que quería escribir sobre ellas. En un país donde la mayoría de la gente dice entre las paredes de sus casas lo contrario a lo que expresan públicamente, donde el miedo a desentonar es motivo de sobrevivencia, donde la risa es una forma de encubrir la falsedad que viven los corazones, estas mujeres se atreven a desfilar por las calles pidiendo libertad.

Mis respetos para estas valientes y atrevidas que se atreven a hacer lo que la mayoría de los cubanos querrían hacer pero no se atreven.

 

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