Pastillas para no soñar o Another Brick in The Wall

Mantengo una esperanza en el ser humano que se pasa de optimista, creo en nuestras capacidades como individuos de una manera que algunos creerían casi irracional. Por eso cada día me sorprende la increíble cantidad de conocidos que consideran al mundo como un campo de batalla donde todo está decidido desde el exterior sin que puedan hacer nada para evitarlo.

Demasiadas personas que dejan las riendas de su vida a circunstancias externas, a una píldora para solucionar problemas en el cerebro, pero no en la realidad; que ponen trabas a sus sueños porque hay demasiados obstáculos para enfrentarlos; que no ejercen el derecho de voto porque “los políticos son todos iguales y están plegados a los intereses de las grandes compañías”; que se quejan de las “dictaduras del consumo impuestas por la publicidad y la opinión pública de las que es imposible escapar”; que consideran que la libertad es una ilusión imposible en medio de una realidad prefabricada por los medios de comunicación y que estamos predestinados por el medio a un futuro impuesto y ajeno a nuestra voluntad.

Es muy triste.

Hay una serie de televisión que se llama Flashforward, estéticamente nada reseñable en realidad, pero que plantea un conflicto interesante sobre la vida que es casi filosófico. ¿Qué pasaría si tuvieras un desmayo y durante ese desmayo vieras el futuro que te espera dentro de cinco o diez años?

Interesante. Esta pregunta deberíamos hacérnosla cada cierto tiempo: ¿cómo te ves a ti mismo dentro de cinco o diez años?

Si consideras que tu vida es la de un peón en un ajedrez ajeno a tu voluntad, si consideras que eres sólo un ladrillo en el muro que no se puede derrumbar, lo más probable es que dentro de cinco o diez años seas el mismo pesimista e incapaz de salir adelante que eres hoy. Tendrás las mismas oportunidades que tienes hoy, y tendrás las mismas ilusiones por el futuro que tienes hoy, es decir: ninguna.

Quizás habría que analizar en nuestro pasado aquellos elementos que nos hacen pensar que la vida es un transitar hacia un destino inevitable e impuesto por el medio. Algo habrá en la vida de aquellos que así piensan que los haga ser tan absolutamente pesimistas sobre el futuro.

Tienes que negarte a creer que todo viene impuesto, que eres un ladrillo en un muro infranqueable o un peón en un ajedrez divino. Toda mi vida ha sido un luchar contra obstáculos impuestos por la vida y siempre he salido airoso; más tarde, más temprano, con más o menos suerte, con más o menos logros, pero siempre airoso, con más ganas para enfrentar al futuro y más metas que alcanzar, y por tanto, más obstáculos que derribar. Ahí te doy un camino.

Si no tuviera este espíritu de superación, si creyera que mi vida viene impuesta desde fuera, hoy estaría viviendo en una humilde ciudad de Cuba, trabajando en la cadena de producción de alguna fábrica mientras maldigo mi suerte los fines de semana navegando entre alcohol casero y echando pestes del sistema mientras asisto a manifestaciones de apoyo al gobierno.

Si todos pensáramos que somos un ladrillo en un muro, que nuestros esfuerzos caen en sacos vacíos, no habría músicos que intenta salir adelante mientras cantan en el metro, ni estatuas vivientes, ni agentes literarios, ni productores musicales o de cine, ni internet, ni cámaras de fotos, ni existiría éste ni ningún blog ni página personal, ni libros, ni móviles, ni televisión, ni desarrollo humano en general.

Cada vez que escucho a alguien decir “me gusta leer pero no tengo tiempo”, me enfrento a la paradoja de analizar si estoy frente a un mentiroso o un ignorante, porque casi siempre son los mismos que se consideran peones sin poder de decisión. Al menos conozco algunos (pocos en realidad) que dicen que no leen porque es una pérdida de tiempo y prefieren no ser “cerebritos” mientras luchan por sacar adelante un negocio, una familia u otro proyecto. Al menos son más sinceros y tienen algo claro en sus vidas: luchan de otra forma sin pensar en atiborrarse con pastillas para no soñar.

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