Vivimos en un mundo excesivamente polarizado. Todo se aprecia en blanco y negro, malo y bueno, arriba y abajo. Nos sacamos las respuestas en función de unas estructuras prefijadas en cuadros que están fijados en el cerebro y nos cuesta sacar una idea de ese cuadro para someterla a la verdad que está fuera de él.
Pocos se atreven a ir más allá y comprender que la objetividad no existe, pero sà la sinceridad.
Si defendemos a alguien por permitirle la libertad que tenemos nos acusan de practicar su ideologÃa, si lo criticamos por sus métodos nos colocan en la acera contraria sin preguntarnos antes nuestros afectos. Pero la mayorÃa de la gente ya te “encuadra†en un pedacito de su mente que antes creó gracias a las consignas enlatadas que alguien puso en su mente.
Pocos se atreven a comprender que aquello en lo que creemos es una parte de la verdad y no LA VERDAD por sà sola.
Asà nos inventamos militancias para acusar a disidentes cubanos, con los que podemos estar de acuerdo en el fondo pero no en la forma, en agentes del castrismo y colocamos a un opositor (sin militancias ni fanatismos) de la dictadura cubana, capaz de defender a un comunista siendo él mismo liberal y anticastrista, en un agente que se baña en dos aguas practicando el don del oportunismo.
Pocos se atreven a ir más allá y comprender que el entender una postura no significa compartirla.
Si se apreciaran los matices podrÃamos, por ejemplo, admirar a Steve Jobs y a Apple a la vez que a Bill Gates y Microsoft Âsin necesidad de estar en la ola general de sectarismo –porque intenten colocarte en sectas los que tienen filias o fobias por ellas– y acriticismo frente a los productos de una y otra, y sobre todo sin la obligación de canonización de la figura del visionario emprendedor que dio origen a los magnÃficos Iphone y Ipad.
Si se apreciaran los matices podrÃamos, por ejemplo, admirar a un buen polÃtico de un partido ajeno a nuestros idearios –como me pasa con Barack Obama o Alfredo Pérez Rubalcaba (con todos sus puntos oscuros y no aclarados, y antes de ser candidato a la presidencia del gobierno de España)– sin necesidad de que te bañen con una pátina de la ideologÃa que ellos practican.
Pocos se atreven a ir más allá y comprender que no es necesario esconder los defectos para ensalzar las virtudes y que se puede admirar a alguien sin convertirlo en cabeza de una acrÃtica superstición monjeril.
No es que sea tan difÃcil, pero a la mayorÃa nos cuesta apreciar los matices, ser capaces de comprender una postura o una ideologÃa sin compartirla; alabar o criticar a una idea sin santificarla o descastarla, apreciar las virtudes de un hecho con la capacidad de anexarlo en su ambiente y su época para no errar el análisis.
Lo interesante es que si somos capaces de dejar los sectarismos, las militancias fanáticas y las opiniones enardecidas y prejuiciosas comprenderemos que tanto tú como yo, somos piezas de ese puzle gigante que es el mundo y ambas opiniones se necesitan para que se mantenga unido. Es asà de simple. Sólo hace falta que nunca nos fanaticemos con nuestras opiniones.