No puedo menos que sentirme triste cuando veo a Susan Boyle presentarse en el programa británico para friquis, Britains Got Talents. No por ella, por supuesto. Con buena suerte esta mujer de una villa desconocida del Reino Unido de la Gran Bretaña, tendrá su primer disco, ganará algunos millones y, si sabe ahorrar y lanzar su carrera de manera adecuada, no tendrá problemas económicos el resto de su vida. Ya antes sucedió con Paul Potts, un desconocido vendedor de móviles que se presentó en el mismo programa en una edición anterior con la peregrina idea de convertirse en cantante de ópera, deseo que ha logrado hoy, con relativo éxito.
Verlos a ambos sobre el escenario, él con un traje que le ocultaba parte de las manos, ella con un look de ama de casa vendedora de mermeladas. Ambos sufriendo las burlas desde el público por querer ser él, cantante de ópera; por evocarse a sí misma como Elaine Paige, ella. Al final deslumbran con sus voces limpias y poderosas, dejando al público y jurado con los ojos como platos y maravillados, totalmente enmudecidos.
Me entristece porque me pregunto cuántos talentos ocultos se habrán perdido en este mundo nuestro que nos hace fijarnos solamente en quien roza la fama. ¿Quién sería Kafka si hubiese destruido su obra? ¿Qué sería de Van Gogh si hubiese tenido éxito la primera vez que intentó el suicidio? ¿De Viktor Frankl si hubiese sucumbido a la barbarie del campo de concentración?
El talento es algo que está en todos nosotros, unos encontramos esa especie de misión y la desarrollamos como podemos, otros tardan muchos años en hacerlo y algunos jamás lo encuentran. Ser talentoso no es suficiente para triunfar, se necesita saber encontrar la manera de expresar ese talento a los demás. Pero no siempre se tiene esa capacidad.
Este programa llamado Britains Got Talents usa un argumento tan viejo como el teatro para lanzar las carreras de estos talentos: la inconsistencia entre la apariencia y la forma de expresión. En la literatura es un elemento a tener en cuenta para caracterizar un personaje. Vemos un enmascarado en un banco y sabemos que va a robar, lo extraño sería que empezara a regalar billetes de 20 euros a cada uno de los que estuviese en ese momento en el banco; un hombre con ropas sucias y raídas en la calle es alguien que pide limosnas, no que las regale cuando pasa junto a otros mendigos.
Britains Got Talents ha visto este filón que, en definitiva, es una especie de manipulación consentida por nosotros para colarnos lo que nos parece extraño. Indudablemente Susan Boyle canta maravillosamente y Paul Potts no lo hace peor, pero nadie se habría fijado en ellos si no fuera por su apariencia que contrasta con el talento que han presentado y que parecía que únicamente se podía obtener cultivándolo con una paciencia de años, que no parecían tener por su apariencia.
En cualquier caso es interesante que exista la posibilidad de que alguien con un talento innato pero desconocido, pueda expresarlo públicamente. Quizás es una manera de sacar a la luz pública a talentos que, por no cumplir ciertos cánones estéticos, ni siquiera tenemos en cuenta. Sólo por ello merece la pena que haya un Britains y muchos más en otras partes del mundo.
Es increíble pero cierto. El potencial humano creen algunos que vá ligado al físico y como se demuestra en el Britains Got Talents y fuera de él, vemos que para nada es cierto. Pero tenemos un grave defecto y es mirar el físico y reirnos de él si encarta. En esta sociedad si estas gordo/a lo primero que se piensa es «¡anda que cómo está ese..!, ¡a nadie gustará!,¡qué asco!…» y un sinfín de comentarios, si eres feo, cojo, vizco, flaco, etc…ya etiquetamos. ¿Cuántas personas no encuentran trabajo por esto mismo?, ¿cuántas sufren en silencio por comentarios y desprecio de otros?…Pero eso sí, cuando consigan el éxito, le saldrán amigos y novios por doquier. Ojalá sean suficientemente inteligentes como para saber que la mayoría serán lapas.
Me alegro por Susan Boyle, Paul Potts y tantos como ellos que consiguen avergonzar al resto y remover nuestras conciencias.
¡Suerte!