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Lee esta frase. “Una serie de sensaciones continuas donde vale todo” ¿Qué te dice? ¿En qué piensas cuando la escuchas?
En un programa cultural, Cowboys de medianoche, donde tratan en especial de cine y libros, aunque abordan un poco de todo, escuché esa frase sobre el público actual y la forma de apreciar el cine. Y ese pensamiento me cautivó.
Basándose en los diferentes filmes que han ganado premios en festivales Eduardo Torres-Dulce dijo que el cine actual se basa en “una serie de sensaciones sucesivas en las que vale todo”.
La frase completa de Torres-Dulce expresa:
El análisis objetivo es que nada de eso lo valoran. Es decir, concepto de puesta en escena, cómo pones esa imagen en un guion, puntos de vista, perspectiva, tema que estás contando y la estructura del guion; eso ya no tiene ningún valor, como dice José Luis (Garci). Y lo que para nosotros da sentido a una película, te engancha de la película, que te emociona, te conmueve te permite hablar sobre la película, ahora son una serie de sensaciones sucesivas en las que vale todo. [1]
Los ejemplos que pusieron en el programa para sustentarlo fueron algunas películas como Everything Everywhere All at Once(Todo en todas partes al mismo tiempo), Parásitos, y la última conocida hasta hoy, Anora.
Ganadora al Oscar a Mejor película de 2025. El problema no es que sea buena o mala. Si la analizas por separado, como gran parte del cine actual, uso de la cámara, fotografía, actuaciones, y cualquier otro elemento que incluyas, puede tener no pocas virtudes. El problema es uno que es común a gran parte del cine actual, que gana premios y es alabado por la crítica: la homogeneización del arte de contar las historias de manera errónea.
Aristóteles, por antiguo que parezca, nos dio un precepto que hoy nadie se puede saltar, y es que todas las historias tienen un principio, un medio y un fin,[2] y esto, por simple que parezca, no debes tomarlo a la ligera, porque no significa que haya una sola forma de contar historias.
Principio, medio y fin lo debemos entender como planteamiento, nudo (o también, conflicto) y desenlace; esto es, presento los personajes y su ambiente, les creo problemas y los resuelvo. Pero no se entienda que hay que respetar el orden cronológico de los hechos a la hora de narrar.
Yo, como escritor, cineasta o dramaturgo, tengo la libertad de empezar a contar por el principio, por el medio, el fin o por donde me plazca. Mi único objetivo debería ser provocar en el lector, televidente, público, una emoción que yo sentí cuando conocí esa historia.
Vuelvo a Anora. Está mal contada, y lo voy a argumentar. ¿Quiere decir que es una mala película? No, pero sí creo que los defectos que tiene la invalidarían para ser la supuesta mejor película del año en premiación alguna, si los que premian supieran los rudimentos mínimos de cómo narrar, las bases esenciales de una estructura narrativa.
Anora tiene una buena historia que empieza siendo un drama. Te encariñas con los personajes, sufres con ellos, te emocionas, bien y mal con sus conflictos, y cuando ya llevas una hora viviendo ese drama y esperando que llegue el conflicto, la película da un giro y se convierte en una comedia.
Pero no una comedia tradicional, deviene una comedia absurda, donde despiadados asesinos rusos, que trabajan para una familia rusa de la mafia, actúan de forma cómica e irracional, donde los personajes realizan actos contrarios a la naturaleza que los caracteriza, y donde los actores improvisan y los demás se ríen con ellos, porque no se aguantan la risa antes situaciones que no tienen en el guion.
Para el que entiende al arte narrativo, la historia deja de ser creíble. La inverosimilitud se traga todo el relato, que ya termina por ser lo único que importa cuando llegando al final, la comedia desaparece de nuevo y Anora termina siendo tragedia, pero, de forma tan arbitraria, que consigue, ¡otra vez!, afectar la credibilidad.
¡Pero Hector, eres un intolerante, porque se puede unir drama, comedia y tragedia en una misma historia y lograr una excelente obra de arte!, me dirán. No, no, el tema es otro. Si me sigues habrás visto que amo historias donde el drama, la tragedia y la comedia se mezclan bien como en The Kid, Cinema Paradiso o Matterhorn, pero sólo pido que la mezcla no sea arbitraria, que no haya un corte estúpido en la historia donde, como creador, digo: la primera hora será drama, la segunda hora será comedia absurda y de ahí al final contemos una tragedia.
Anora no es el único filme al que le sucede y ya cité varios arriba y ahora incluyo varias de esta misma edición de los Oscars donde ganó Anora. Una de ellas es Conclave, que va perfecta hasta un momento donde todo empieza a desvariar cuando intuyes el final, la casualidad se apodera del relato y suceden situaciones a los personajes que no son creíbles dentro la historia que está contando. ¡Ni siquiera tienes que compararla con la realidad!
El ejemplo de lo contrario es el filme animado Flow. Más que yo mismo, mi hija se alegró con este premio a la mejor película animada. Un filme silente donde lo que importa es la amistad a pesar de la diferencia. En estos tiempos de intolerancia y división, resuena como un trueno el mensaje de ayudar a los demás que están en peligro, aunque sean unos extraños a los que no entiendes y aunque no ganes nada con ello; una moraleja con una fuerza poderosa. Y, sobre todo, con una estética que maravilla.
Pero lo mejor de todo es ¡lo qué bien contada que está! Tanto Claudia, mi hija, y yo, estuvimos desde el principio hasta el final, preguntándonos qué iba a pasar después de cada escena, porque son capaces de resolver los conflictos de cada escena de forma eficaz, y crean un punto de apoyo para la siguiente escena que te mantiene en vilo.
En algún momento de inicios de 2025 dije (medio en broma) que eran mejores las películas de los Razzies (los premios al peor cine) que las nominadas a los Oscars. Después, hay quien lo está diciendo en serio. Y yo estoy empezando a creerlo. El director de cine José Luis Garci cree que la mejor película del año 2025 es 𝐽𝑜𝑘𝑒𝑟: 𝐹𝑜𝑙𝑖𝑒 à 𝐷𝑒𝑢𝑥, que ganó el premio a peor película en los Razzies. No soy adivino, pero estoy dispuesto a asegurar, luego de volver a verla, que en 10 años 𝐽𝑜𝑘𝑒𝑟: 𝐹𝑜𝑙𝑖𝑒 à 𝐷𝑒𝑢𝑥, va a ser apreciada como uno de los mejores filmes del 2024, aunque todo el mundo le está dando palos actualmente.
¿Pero por qué está sucediendo que muchas historias aparecen mal contadas en gran parte del cine actual? Algunos infieren que la respuesta está en la ausencia de buenos guiones.
Ante la aparición de las diferentes formas de Inteligencia artificial que ya se atreve a contar historias de ficción, muchos han sucumbido a esta tecnología y dejan que los textos que presentan a premios, que los guiones de sus filmes o series, estén guiados por lo que dicta una maquinita entrenada por alguien.
De todos los proyectos, ideas y medio locuras sobre Inteligencia artificial y el arte de contar, existe uno donde participaron el escritor Arturo Pérez-Reverte y el hacker Chema Alonso, cuya frenética vida no le impide ser uno de los mejores expertos en ciberseguridad y un excelente creativo. Este proyecto se llamó, o se llama, Maquet y es, de todos los que conozco, el que más temor me ha provocado desde el punto de vista de la Inteligencia Artificial.
Soy contador de historias, lo hago a través de la palabra escrita y amo la tecnología. Esta última me provoca tanta admiración como antipatía, según quien la use, pero al final amo la tecnología cuando se usa bien en medicina, arqueología, astronomía…, y me gusta conocerla y entenderla. Por eso, como seguramente ya sabes si me sigues, utilicé como experimento ChatGPT como mi esclavo, mi propio asistente personal para que escribiera una novela bajo mi tiranía literaria.
El texto completo con, video, audio y ejemplos concretos está por aquí. Pero adelanto mis conclusiones de lo que allí verás.
Sigo creyendo que ninguna inteligencia artificial puede sustituir la labor del escritor de ficción, porque existen una serie de imponderables vinculados a la creatividad que ninguna máquina puede replicar, por lo menos hasta ahora, y dudo que lo haga en el futuro.
Hablo de estar de mal humor por dormir mal, o tener buen humor porque tuviste una espléndida noche de sexo. Estar molesto porque no encuentras una solución para un problema literario de la novela que escribes o estar de buen humor porque tu hija o tu hijo sacó buenas notas, estar de mal humor porque debes pagar un montón de dinero en impuestos o de buen humor porque te han informado que eres ganador de un gran premio literario. Todos esos pequeños detalles, elementos imponderables, la máquina no los puede replicar, porque lo que hará es solucionar de la manera que cree más efectiva, según los datos estadísticos conque alguien la programó, y lo hará sin emoción.
Según creen muchos, las historias que están triunfando hoy en cine y literatura, tienen gran parte de su éxito a que alguien se está ayudando de la Inteligencia artificial, que no es negativo, pero lo hacen de manera acrítica para contar sus historias. Y le está faltando emoción y el orden del caos que es la vida.
Si esto fuera así, la idea que defiendo de que una Inteligencia Artificial no puede sustituir en realidad al creador como contador de historias de ficción, se viene abajo. Y no porque pueda o no, que yo sigo creyendo que no puede, pero se tiene que cumplir un requisito que no tuve en cuenta cuando lo planteé, y es que el público debe ser igual de exigente y crítico, que el propio creador, con la obra creativa.
Si las historias mal contadas, o contadas de forma simplona e inverosímil, terminan triunfando en el cine, el teatro, y la literatura, el problema no es tanto si una máquina puede hacer arte mejor que un humano (cosa que no es posible) sino, si el público bajará tanto su nivel que va a preferir un texto o un cine facilón creado por una Inteligencia artificial, que un texto o un filme bien elaborado y valioso creado por un autor humano.
El factor diferencial no es la sustitución del autor, sino el declive del nivel cultural del público. Y la tendencia actual no ofrece mucho optimismo.
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[1] Eduardo Torres-Dulce, en: Cowboys de Medianoche, «El peor año de los Oscar para Garci», esRadio, enero 31, 2025, minuto 58:23 https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2025-01-31/cowboys-de-medianoche-el-peor-anos-de-los-oscar-para-garci-p1696065-7212958.html
[2] Aristóteles y Valentín. García Yebra, Aristotelous Peri poiētikēs = Aristotelis ars poetica = Poética de Aristóteles, Ed. trilingüe., Biblioteca románica hispánica (Madrid: Editorial Gredos, 1974), p. 152.