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Desde que vi la primera estatua de mármol, o mejor desde que vi cómo se modelaba, quedé cautivado por el misterio que permite a un hombre agarrar un trozo de piedra, pasarle la mano y ver una imagen bella y plenamente constituida donde los demás vemos una masa informe que sirve para poco más que orinar a su alrededor.
¿Qué provoca eso? ¿Qué mecanismos internos incitan a que un creador tenga esa extraña visión futurista de algo que los demás no vemos? ¿Cómo logra un pintor apreciar en su lienzo una cabeza, una mano, un cuerpo, un trazo surrealista donde sólo veo un trozo de tela? ¿Qué lleva a un novelista a tener perfectamente organizado en su cabeza un universo inexistente, un mundo imaginado que sólo vive en el éter que crea nuestro cerebro, imposible de explicar y hacer comprender a otros si no es creado?
A veces es una historia que alguien suelta al azar y nos obsesiona, otras una simple frase, un hecho fortuito que nos llama la atención, incluso una palabra, y hasta una imagen como la de un espejo que se rompe o una mosca que vuela entre los excrementos. En todo lo que nos rodea existe motivos para la creación. Pero jamás alcanzo a explicarme del todo esa visión increíble de materializar algo que no existe y que es la base de la creación artística. Pero sí existe explicación. Luego de leer, El poder de la imaginación, de Dina Glouberman, amén de otras explicaciones más racionales, algo se va aclarando.
No he sido un gran lector de libros de autoayuda, pero no me niego ninguna lectura ni empiezo un libro con la estupidez de cerrar mi mente a ser convencido de los argumentos que encierra. Es verdad que no cambio de opinión tan fácilmente con cualquier lectura, ni cualquier explicación trastorna convicciones que tengo, que podrían estar equivocadas, aunque a ellas me aferro para no volverme loco en un mundo tan impenetrable. Pero bien es verdad que, si la realidad me demuestra que estoy equivocado, me permito la sensatez de poner a prueba lo que creía convincente.
El poder de la imaginación no es, como su título podría hacernos pensar, un libro esotérico que busque las polémicas fuerzas ocultas del mundo para hacernos creer en algo que es difícil de aceptar por quienes no tenemos fe religiosa; no intenta convencernos de las hipótesis que plantea, y eso ya me gusta. Por mi propia forma de ser, por la vida que he vivido y la cultura que he lactado, soy reacio a los talibanismos, a las ideas fanáticas, afiancen o no mis propios argumentos.
Por eso saboreo con placer lo que propone este libro, el trabajo con imágenes, (que algunos llaman visualización) y que supone una terapia más que todos los seres humanos deberíamos conocer y aplicar y que no es nada (no debería ser, por lo menos) excepcional ni obscuro.
Dice Glouberman:
…las palabras y las imágenes representan dos modos igualmente naturales pero muy diferentes de pensar. Por lo que sabemos acerca de los pensadores creativos, de los grandes conquistadores y de las personas sanas y felices, no hay duda de que la forma más productiva de pensar es usando ambos modos. Las palabras son la manera socialmente estructurada de pensar de forma lógica, analítica y realista, y de comunicarnos eficazmente con los demás. Las imágenes son nuestra forma idiosincrática y personal de pensar de modo intuitivo, holístico y metafórico, y de comunicarnos eficazmente con nosotros mismos. Adiestrados en utilizar e integrar las dos, podemos juntar la imaginación y la lógica y llenar el vacío entre la realidad interna y la externa, para ser eficaces y creativos en el mundo, y estar en paz y armonía con nosotros mismos.[1]
A grandes rasgos, El poder de la imaginación nos insta a que nuestra vida debería estar orientada hacia la idea de que, bien proyectadas, no hay metas inverosímiles, sino sólo modos equivocados de llegar a ellas. Lo que nos recomienda son una serie de reflexiones muy relevantes, y también unos ejercicios (que es lo que menos me interesa del libro) para lograr “visualizar” (yo usaría imaginar) aquello que más nos obsesiona, preocupa o motiva del entorno que vivimos o del objetivo que pretendemos.
No deja de sorprenderme, porque el término visualización lo conocí por este libro y, sin embargo, uso este adiestramiento mental desde hace mucho tiempo, quizás desde que tengo la literatura como forma de expresión de vida. Nadie me ha guiado hacia las metas que quiero, nadie me ha dicho qué objetivos debo buscar en mi vida, pero en algún momento del pasado yo vi mi futuro; y digo vi con el deseo de que percibas en ello una metáfora.
En algún momento que no puedo describir, vi lo que quería, cómo lo quería y qué pasos debía dar para lograrlo. Y sin conocer nada de psicología, ni del trabajo con imágenes ni de este libro de Dina Glouberman he aplicado estas técnicas y he encontrado soluciones a problemas importantes según su método:
Para resolver un problema, superar una dificultad, tomar una decisión importante o mejorar una habilidad, necesita cambiar de perspectivas y enfoques cuanto sea posible. Puede usar una imagen del problema, de otra persona solucionando el problema, de un momento en que el problema ya se haya solucionado, de un sitio donde resulte más fácil resolverlo, o de una manera de funcionar que sea perfecta para usted. Hay, literalmente, tantas perspectivas como pueda imaginar. Cuando acabe de jugar con ellas, vuelva a la suya propia y decida cuál es la mejor solución, y la mejor manera de avanzar bacía el futuro.[2]
Quizás fue una reflexión en un momento de paz mental, quizás fue sueño, o varios. Tengo una extraña manera de llegar a soluciones para problemas concretos a través del sueño. Algunos dirán que mi mente ha perdido la frontera entre la esquizofrenia y el sentido común, pero Mulholland Drive, una película de la cual quedé obsesionado porque quería razonar la idea que me proponía, no la entendí completamente hasta que una noche soñé con ella.
Lo importante es que, en algún sueño, en varios, en extrañas circunstancias oníricas, he llegado a resolver problemas humanos que me aquejaban a través de la visualización, de la materialización espiritual de una imagen que no existe. Dice mi amiga Raquel, que he llegado a la absoluta comunión de cuerpo y espíritu, de mundo material y mundo espiritual. Yo no comulgo con esa idea, pero me gusta.
Me agrada pensar que en algún lugar perdido de mis neuronas o las sinapsis (los caminos entre ellas), tengo un grupo de neuronas obreras (las intelectuales hablarían mucho, pero trabajarían poco) haciendo de las suyas mientras duermo para que al día siguiente deje de obsesionarme con algo que me quita tiempo para otras cosas más importantes. Quizá una de tantas travesuras más del cerebro que ahora sólo aprendemos a descifrar.
Lo que ya no es muy travieso es pensar que Réquiem, de Mozart –que escuchaba mientras este texto escribía–, La Venus de Milo, considerada por muchos la estatua de mármol más bella del mundo, En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, una de las novelas más totales de la historia de la literatura, o las pinturas El nacimiento de Venus, de Boticelli, o La creación del hombresean creaciones alguna vez sólo imaginadas, momentos delirantes u oníricos de un hombre de carne y hueso que tuvo un momento o varios de lucidez o locura para sacar una imagen obsesiva de su cabeza y ofrecerla al mundo. Al final las imágenes sí van a tener importancia. Lo interesante es no negarlas.
[1] Dina Glouberman, El poder de la imaginación: Una introducción práctica al trabajo con imágenes, Urano bolsillo (Barcelona, 1999), 23 y 24.
[2] Ibid., 321.
Héctor me da gusto conocerte soy de México. Por otro lado, déjame decirte que en raras ocasiones, sino es que nunca, escribo a alquien en su blog, pero en esta ocasión lo estoy haciendo porque has hecho referencia al libro de Dina Glouberman «El Poder de la Imaginación» que es un libro que leí en su momento y posteriormente lo presté y nunca más regresó. Es un libro que me costó mucho trabajo conseguir y a la fecha ya después de 4 años no he podido ni recuperar ni volver a comprar. Me preguntaba si podrías compartir conmigo una copia de él y a cambio te haría llegar una copia de algún libro sobre como incrementar la facultad de la imaginación que es un libro excelente también.
Gracias y en espera de tu respuesta.