El título de este texto es excesivamente dulzón, cuasi cursi. Serviría para presentar una película de tarde de sábado o domingo o un libro de autoayuda para sacar a los enajenados de su estrés. También puede servir de entrada para un curso de espiritismo ¿Pero es verdad o no es verdad que tiene poder la mente?
Siempre me han cautivado las huidas de la realidad que han efectuado creadores de las más diversas áreas artísticas. Gabriel García Márquez ha creado un mundo ficticio de Aracataca, su pueblo natal. Soy injusto al decir ficticio: Macondo es Aracataca desde la mente de Gabo, es el mundo imaginario que hizo de sus recuerdos del lugar donde vivió y se crio. No existe actualmente lector activo que no haya paseado alguna vez por las calles de Macondo y hay críticos que se pelean por considerar a Macondo una particularización de la América Latina. En fin…
Pero Macondo es probablemente una imitación. Cuando Gabo venía al mundo, William Faulkner ya había creado Yoknapatawpha County, que es algo así como el primer Macondo (con todos los respetos), pero en Estados Unidos, y cargado de una crudeza y una pátina de dramatismo que descorazona, alejado de todo el mito de realidad apócrifa que rodea al sitio del colombiano.
¿Quién no se ha sentido atraído alguna vez por la increíble paranoia de algunos cuadros de Dalí, esas figuras alargadas poco más o menos deformes que se estilizan hasta casi tocar el cielo? ¿O la fantasía que rige El jardín de las delicias, de El Bosco, con un mundo que parece la vida al revés?
Esta creación de mundos imaginarios es una muestra del poder que ejerce la mente sobre el arte. Pero no es sólo el arte quien se siente determinado por nuestro cerebro, que es a fin de cuentas, nuestro centro motor de la mente.
Algunos estudios en personas con altas dotes, los llamados Avants, han sacado a la luz que todos tenemos en nuestro cerebro la información necesaria para ser superdotados, o personas de alta capacidad. Los llamados Avants son superdotados (otra forma de traducirlo al español es inexacta, y esta misma lo es) que destacan por su capacidad para algún área de la ciencia o de la vida que los seres humanos normales no alcanzamos a hacer y sin embargo son incapaces de vestirse por sí mismos o se perderían en el camino de vuelta a su casa desde el supermercado si se los deja solos. ¿Por qué?
Las respuestas las han dado un tipo concreto de superdotado que fueron chicos normales y luego de un trauma, han adquirido las capacidades de un Avant. Imaginemos el caso anterior, salimos del supermercado y vamos hacia nuestra casa. El camino es para nosotros el mismo de ayer, pero eso es cierto, en parte. Quizás algún coche aparcado ha cambiado de sitio; otro, ya no está; un árbol mueve sus hojas de forma disímil; las personas que pasan por la calle son diferentes a las de ayer y existen otros cientos de pequeños cambios que no apreciamos o que nuestro cerebro discrimina. Para un Avant, estos cambios no son imperceptibles, recuerda perfectamente los de ayer y la calle que ve hoy es diferente. Parece de ciencia ficción pero es cierto del todo.
Quizás el caso más curioso es el de Orlando Serrel (en la foto) al que el golpe de una pelota de béisbol afectó alguna zona de su cerebro haciéndole “recordar” detalles que todos tenemos en nuestra mente y no recordamos, como que día de la semana era el 28 de septiembre de 1982. Los recuerdos –aquellos que son reales, se entiende– van asociados a una experiencia emocional. Si somos cajeros del supermercado vemos miles de rostros que pasan cada día por nuestro lado y no recordamos ni un 5 por ciento de ellos. Si alguno de los clientes se enfada porque la caja da un error y amenaza con pegarnos o algún otro nos propone matrimonio porque le parecemos guapos, seguramente lo recordaremos. El hecho en sí habría pasado inadvertido si la experiencia emocional no estuviera asociado a él. Pues un Avant recordaría todos los rostros, estén o no estén asociados a una experiencia emocional.
Lo que llama la atención del caso de Orlando Serrel es que al no nacer con esta capacidad sino que la adquirió por un trauma nos da la pauta de que esto se puede hacer en otros seres humanos. El golpe de la pelota de béisbol afectó aquella zona de su cerebro que discrimina los hechos importantes para desenvolverse en la vida diaria de los que no lo son haciéndolo recordarlos todos, incluido lo que hizo el día que le proponen recordar.
Nuestro cerebro evolucionado y normal decide, sin nuestra intervención, discriminar aquellos aspectos de la realidad que son importantes para que podamos conducirnos en la realidad espacio temporal, permite que nos centremos en un coche que viene por la esquina y al que tenemos que esquivar, y no en la cantidad de hojas caídas del árbol junto al supermercado. Pero sabiendo dónde tocar, sabiendo que neuronas activar, o más exactamente, cuáles apagar para que nos impida discriminar los detalles de los que no lo son, podríamos obtener, en teoría, las capacidades de un Avant. Lo preocupante de esto sería si no obtendríamos también sus incapacidades.
Referencias: Petra Höfer and Freddie Röckenhaus. Beautiful Minds. A Voyage Into The Brain. Documental.
Buen post amigo.. Bueno.
Te dejo un saludo desde la armonia del coaching.
Paz
pacobailacoach.blogspot.com