Todos tenemos un sueño. Todos sentimos el aguijonazo de algo pendiente, la necesidad de lo que queda por alcanzar, desde los labios de quien deseamos hasta crear la próxima competidora de Apple o Google. Tener sueños es, quizás junto a comer con tenedor, lo que nos diferencia del resto de los animales. Y luego de ver comer a un chimpancé, ya el uso de herramientas para comer no es garantía, aunque lo sigue siendo soñar.
¡Ah, soñar! La capacidad de anhelar algo que es algo más que el bocadillo o el salario del mes, de imaginar que podemos descubrir otro sexo, o estirar la mano para atrapar las estrellas; en esto ninguna especie nos aventaja.
Pero como es bien sabido no todos alcanzamos los sueños; y no es por ausencia de potencialidad, no es que nos falte algo para llegar a las metas, solo que, a veces, escogemos sueños desatinados o un camino equivocado para llegar a los cuerdos.
Hay una serie americana, Perception, de un profesor de psicología de la universidad aquejado de retazos de esquizofrenia, y que a ratos recuerda a John Forbes Nash, aquel genio que Rusell Crowe nos retrató en Una mente maravillosa.
La serie no es especialmente reseñable, pero tiene momentos luminosos, como aquella escena donde un alumno que tiene bajas notas, pero es excelente deportista, se ve aquejado de una enfermedad cerebral que podría alejarlo para siempre del fútbol. Este alumno tiene una conversación con su profesor para decirle que prefiere morir en el campo de juego a dejar de perseguir su sueño. La respuesta de este alocado, esquizofrénico y brillante profesor nos deja muchas esperanzas:
–Cuando tenía tu edad, algo me pasó también –dice el profesor mientras recapacita sobre su enfermedad mental–. Estuve encerrado en un hospital y pensé que mi vida se había acabado. Todos mis sueños se fueron por la ventana.
–¿Qué hiciste? –le pregunta el alumno.
–Encontré un nuevo sueño –responde tajante el profesor.
Es aquí donde a veces fallamos como seres humanos; por suerte, no todos.
Nuestros sueños nos acercan a una idea mejorada de aquello que queremos. Generalmente visualizamos (esta palabra es importante) un futuro alegórico de lo que pretendemos. Nos vemos abrazando al amante, actuando en la película de nuestras vidas, cantando o firmando libros frente a cientos de fans o sencillamente rodeados de decenas de nietos que nos arrancan sonrisas.
El problema está en VISUALIZAR lo que queremos. Atención a las mayúsculas porque, si hacemos caso a Dina Globerman, en su libro El poder de la imaginación, visualizar es más que soñar, es un ejercicio mental disponible a todos los seres humanos que permite encajar los sueños y las metas en una lógica alcanzable. Y aunque todos tenemos la capacidad de visualizar, asimilar, reordenar, apurar o ralentizar los pasos según sea necesario, no es la mayoría quien está preparada para llegar con éxito a ellas.
Nuestros sueños, nuestras metas y ambiciones son, a veces –muchas veces– desarraigadas de nuestro horizonte, de nuestra vida, de nuestro entorno. Ya sea por culpa de otros, o porque no sabemos sortear los obstáculos que nos imponen las culpas de esos otros, podemos perder el horizonte o hundirnos en el barro que creamos intentando moldear ese futuro.
Lo importante es saber que los sueños no están tallados en piedra sino moviéndose junto a las estrellas. No existe ninguna razón por la cual no seamos capaces de hacer aquello que nos proponemos, aunque haya que volver a empezar, una, dos, cientos de veces hasta llegar. Y si no queda otro remedio que renunciar, tener la valentía, la fuerza interior de estirar el brazo, abrir la mano y atrapar otro sueño para continuar.
La clave de casi todo lo que nos acerca al éxito o la felicidad (que no siempre son lo mismo) está en la perseverancia, la insistencia sobre aquello que se basa en la sensatez, y la valentía de empezar de nuevo cuando la meta escogida estaba descaminada.
En la propia Perception hacen referencia a esa magnífica obra de arte de los Rolling Stones –aunque sin mencionarlos– You Can’t Always Get What You Want para recordarnos que: “No siempre puedes conseguir lo que quieres. Pero si lo intentas, algunas veces, puedes encontrar lo que necesitas.”
Con eso me quedo.