Destino no, intuiciones

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blankNo creo en destinos predeterminados. Más allá de la muerte -obviamente inevitable- no asumo ni acepto que existe un futuro asignado al que vamos a llegar hagamos lo que hagamos. Mis respetos si lo crees.

Yo he aprendido que cada evento, cada gesto, cada minuto de mi vida actual es el resultado de alguna decisión pasada, de un momento en que decidí por un atajo o un camino más largo, aceptar una llamada, rechazar una cita; todo ha contado para vivir este presente y todo será importante para labrar el futuro. Y construirlo es un aprendizaje, donde todo tiene una razón, sea positiva o negativa.

Porque es imposible tomar siempre buenas decisiones. En general decides bien o mal como tendencia pero, aunque seas bueno en cada paso que das, a veces retrocedes, si eres muy malo para escoger, avanzas de cuando en cuando, y en ambos casos muchas veces te estancas.

Más de una vez habrás leído (yo mismo lo he escrito por algún lugar) que muchos estudiosos de neurociencia aseguran que las decisiones aparentemente racionales no lo son del todo, porque un alto porcentaje de las veces, cuando se concluye la decisión racional, nuestro cerebro ya la lo había hecho por nosotros de manera emocional. Y me lo he creído.

He aprendido a leer intuiciones, a fiarme de que cuando desecho o persevero en algo, ya tenía la respuesta correcta de manera instintiva tan solo leyendo ciertos aspectos en apariencia superficiales que instigaron mi curiosidad. Siguiendo al gran escritor, cazador, pescador y bebedor norteamericano, me fío de mi detector de mierda.

Y es ese detector de mierda nombrado por Hemingway el que me permite analizar contextos extraños que no se aprecian, olfatear situaciones raras cuando aún no huelen, desechar apetitosos caramelos al alcance la mano que tienen núcleos tóxicos.

Jamás me verás responder que sí o que no a la primera, porque desconfío de lo que creo, me sorprendo cada día de mis propios aprendizajes y me causa erisipela la gente siempre segura de sí misma, que no acepta ni por asomo el cambio, que enarbolan el sentido común que les da la razón y se saben el verdadero manual de la sensatez que le falta al resto del mundo sin someter a juicio su propio criterio.

Mi detector de mierda funciona, casi siempre. A pesar de que no siempre decida lo mejor; pero siempre aprendo.

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