La conspiración universal contra mi vida

| enero 11, 2010

Una de las actitudes más paralizantes para un ser humano es cuando asume que todas sus decisiones son correctas, que los demás no lo comprenden y que se merece un lugar en el mundo que no le reconocen.

Como no puede ser de otra manera, cuando se toma esta actitud ante la vida, las metidas de pata, las malas decisiones, los obstáculos que uno mismo se crea, son culpas y responsabilidades de los demás. Yo siempre tengo la razón, parecen decir.

No existe manual que recoja las imperfecciones humanas, ni librito con reglas que discriminen lo bueno de lo malo. Como casi todo en esta vida, el sentido común (el menos común de los sentidos) juega un importante papel para no caer en esta actitud.

El mundo es uno, ajeno a nuestras voluntades, nuestros deseos y anhelos más profundos. Convivimos con muchas personas, todas diferentes, también con decisiones buenas o malas, anhelos, sueños y consecuencias.

Creer que tú siempre tienes la razón, creer que el mundo conspira contra ti, que tus compañeros de trabajo son unos ineptos o unos desalmados, que tu pareja ha hecho lo imposible por amargarte la vida, que todas tus decisiones han sido correctas y sólo los demás no han sido capaces de comprenderlas, es el mejor camino para el fracaso personal.

Ante la circunstancia de que todo te sale mal, ante la disyuntiva de que siempre terminas discutiendo con tus amigos o familiares, ante el hecho de que muchas veces te echan de algún trabajo, o que repetidamente te acusan de no escuchar, deberías empezar a tomarte en serio la idea de que algo pasa en ti y que el mundo no es el problema.

Los seres humanos, mal que nos duela, debemos adaptarnos al mundo. No es el mundo el que debe transformarse para nosotros. Ahí fuera, la vida tiene mucho que ofrecernos, es más bella de lo que puedes apreciarla ahora si no te dejas vencer por el pesimismo.

Pero debes abrir los ojos, reconocer tus culpas y razones, meditar las decisiones antes de ejecutarlas, perdonar y pedir perdón, y dejar de atacar al mundo como el responsable de tu vida porque en fin de cuentas, nadie más que tú eres el responsable de tu vida.

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