Siempre tenemos motivos para el dolor, siempre hay en la vida hechos que nos provocan llanto, malestar, sufrimiento. La pérdida de un ser querido, la frustración por un proyecto fallido, la incompatibilidad con la persona amada, cualquier motivo que entraña un revés poderoso podría hacernos sentir muy mal.
Hay quien aboga por alejar el dolor, quien pretende que su vida debe ser una carretera inmaculada donde el dolor sea una ficción pasajera que debe pasar y que la vida es mucho más que cualquier adversidad.
Soy de estos últimos.
Creo que afincarse en el dolor, que dejarlo que gobierne nuestras vidas, que las adversidades sean las que dicten el camino hacia dónde vamos es, a la larga, una forma de fracaso.
Pregúntele a cualquiera si no ha tenido motivos para llorar, si no ha tenido motivos para querer dejar esta vida de una vez para no sentir que se le parte el alma por motivos de cualquier tipo. Pocos habrá que hayan sido felices siempre, a toda hora y por todo lo que venga.
Sin embargo, nada malo hay en dejar que el dolor nos haga llorar. Nada preocupante hay en que nos sintamos mal por dentro cuando algo merece la pena ser sentido. Llorar, rabiar, sentirse incómodo, entristecerse hasta niveles insoportables es hasta recomendable para expulsar el dolor.
Nunca lo expulsamos del todo, pero nuestro cuerpo se aclimata a él, se acostumbra a vivir con él para poder seguir adelante. Sentir dolor es pues necesario, pero nunca debemos olvidar que debe quedar sitio para otras cosas. Debemos comprender que existe un presente, y un futuro, y una capacidad del ser humano para enfrentarse a los obstáculos que permiten solucionar las más tristes desesperanzas.
Seguir adelante es una necesidad, porque seguir adelante es igual de sano que sentir dolor cuando sea necesario. Seguir adelante luego de la tristeza es incluso mejor que sentir dolor, porque nos permite concentrarnos en aquello que más nos hace sentir placer y no en aquello que nos ancla en el pasado.
Si algo bueno tiene esta vida es que, si nos lo proponemos, puede ser hermosa, aun sintiendo dolor.