The Blind Side. La relatividad de las apariencias

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blankMaravillarnos por algo que no esperamos es una experiencia maravillosa, y que valga… Empecé a ver este filme por la curiosidad de ver a Sandra Bullock enfrentada a un papel dramático, alejado del estereotipo de la tonta graciosa que encarna en casi todas su películas.

No esperaba nada de ella –de la película, quiero decir– aunque no menos expectativas tenía de Bullock. Y la realidad es que The Blind Side se convirtió en una carretera que a medida que avanzamos, nos sorprendemos del paisaje que se va descubriendo.

Lo puedo decir. The Blind Side está entre las más interesantes películas que he tenido el placer de ver este año. Un filme conmovedor y bien realizado que se centra en las relaciones humanas. En la capacidad de sorprendernos por personas ajenas, ayudarlas y recibir iguales muestras de cariño y excelentes relaciones humanas.

Todo gira en torno a una historia real. La vida de Michael Oher, un vagabundo que terminó siendo una de las estrellas más importantes del fútbol americano gracias a la generosidad de una familia que abrió sus puertas a un desconocido sin pedir nada a cambio.

La sinopsis, hay que reconocerlo, es una típica historia de clase media americana. El hombre que desde la nada se convierte en un triunfador, en el gran Self Made Man americano que tanto odian muchos europeos. Pero esta es una historia real de un hombre que se alzó sobre los obstáculos, que puso su talento a funcionar para salir adelante, que –es necesario reconocerlo– abrió su alma a unos desconocidos que le abrieron las puertas necesarias sin que se lo propusieran como objetivo.

Las caracterizaciones de los personajes son muy logradas, en especial ese encanto a medias peligroso y misterioso que nos propone Quinton Aaron para su interpretación de Michael Oher y que nos recuerda que las apariencias son simplemente eso: apariencias.

Los silencios de esta película arrancan lágrimas. Están hechos como pausas para reflexionar sobre una pregunta indiscreta, de un comentario al que se debe contestar con paciencia.

Y lo que más sorprende: Sandra Bullock, impecable. No tan alejada de la graciosa Self Made Woman (también que valga) de algunas de sus películas, pero con un papel dramático que encaja a su medida y con nuevos registros que le desconocíamos. No me atrevo a decir que gane el Oscar a la mejor interpretación femenina con la pinza entre Gabourey Sidibe (soberbia en Precious) y Meryl Streep, que es siempre una garantía, pero esta vez daría mi aprobación si sale a agradecer –sin lagrimas, ya sabemos– a todo su árbol genealógico la noche de los Oscars. ¿La verdad?: se lo merece.

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