La mente del agresor

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Recordarán que el 21 de diciembre de 2008, reflexionamos sobre los problemas que presenta la multiplicidad de culturas y formas de vida que existen en el mundo a la hora de extender y diversificar determinados valores humanos. El caso que tomamos como base fue el de Ameneh Bahrami, la mujer iraní a la que un salvaje arrojó ácido en el rostro por sentirse rechazado por esta mujer. De vuelta con el tema, me ha reafirmado en mi idea la entrevista que ha ofrecido Majid Movahedi, el agresor, al periódico El mundo y publicado el día 22 de marzo de 2009.

Es un tema complejo y polémico porque nadie en su sano juicio arrojaría ácido en la cara a otra persona por discrepancias, como tampoco cegaría a otra persona por ser culpable del delito anterior. Quizás en un primer momento nos complacería ver aplicado este ojo por ojo, pero si analizamos las consecuencias sociales de este tipo de medidas, nuestro sentido común se lo pensaría mejor antes de aprobarlas.

Hay algunos detalles que salen a la luz en esa entrevista a Movahedi que nos deja con los pelos de punta ante las circunstancias en las que cometió su delito:

“Quería casarme con ella. Yo hice todo lo posible para que accediera, hablé con ella, le lloré y nunca me prestó atención… No me dejó otra opción. Pensaba que si le echaba ácido, ningún otro chico se casaría con ella y lo haría conmigo.”

(…)

“Se me ocurrió la idea leyendo los periódicos, que en Irán siempre hablan de casos de hombres y mujeres que atacan con ácido [el fenómeno es tan común que los hombres o mujeres que lo hacen tienen ya un apodo: los acid-pashi, tiradores de ácido).”

(…)

“Soy criminal porque Ameneh fue víctima de mi oscuridad. Pero son sentimientos oscuros que ella creó en mí…” “fui engañado por la lengua de ella”

Las respuestas de Movahedi para justificarse lo hunden más a nuestros ojos. Por sus respuestas advertimos un hombre posesivo, lleno de rencor hacia la persona que dice amar y plagado de prejuicios sobre la mujer. Y sin embargo, rechazando su actitud, su forma de encarar su obsesión hacia la mujer, no podemos menos que lamentar que una sociedad contribuya a que este tipo de individuos tengan una justificación para las heridas a su ego.

Pensemos bien en algo que, si bien no lo justifica, nos coloca en una posición de observadores imparciales de este mundo. En Irán es normal que cuando un hombre afecte física o moralmente (esto incluye el desvirgarla) a una mujer, debe pagar por ello. En la mente social de los iraníes esta mujer ya no podrá encontrar marido que la mantenga y por ello debe casarse con ella, evitando así la prisión. Es inaudito, es salvaje, es brutal.

Para nuestra mente occidental, educada en los valores del cristianismo, cimentada en la filosofía del racionalismo y en otras fuentes filosóficas humanistas, es inaudito que la sociedad en la que este hombre vive, tenga como norma desfigurar el rostro de una persona para obligarla a depender del agresor. Se ha visto salvajadas de todo tipo en Occidente, no debemos mirarnos con distancia y orgullo al ombligo, pero el tiempo ha ido superando, como tendencia, estas atrocidades.

Lo realmente sorprendente es que la mente de Movahedi es una más entre un mar de intolerancia. Un producto inevitable de una sociedad en la que su salvajada de agredir y desfigurar a un semejante es atenuado si decide mantenerlo. Es difícil instruir derechos humanos cuando el medio social enseña a descerrajarlos. Es políticamente incorrecto, pero es la realidad. Dura y cruel, pero verdad.

Un comentario sobre “La mente del agresor

  1. A mi esto me parce una salvajada x 2 razones uno xq esta mujer habla muy bien pero si tan buena es y tanto ha sufrido le gustaria castigar a su agresor pero no de la misma forma q este la agredio a ella ,segundo xq aunq lo q hizo es imperdobable la justicia no puede convertise en castigar a los agresores de la misma forma en q estos delinquieron y tercero xq si en vez de pagar 20mil euros x dejar a alguien ciego (lo cual me parece lamentable, q s pueda pagar x dejar a alguien ciego) coge el dinero q le de este hombre y acepta otro castigo para el, ella al menos podra realizar una vida normal y no depender de los demas para vivir. Esta tia no defiende los derechos de la mujer, solo defiende su egoismo y sed de venganza

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